Este es el yerno chascón y rockero de Evelyn Matthei

Tiene 25 pepas, le gusta el rock progresivo, vive en Quillota y estudia ingeniería en informática en la casa central de la Universidad Técnica Federico Santa María. Ese es Kevin Dahl-Skog, el yerno chascón de Evelyn Matthei.
Hace nueve meses que este cabro de mechas largas pololea con Antonia Desormeaux (22), el conchito de la familia de la abanderada de la Alianza.
Kevin es uno más en la casa de su pierna. Está tan integrado al clan que el domingo almorzó con su suegra y la acompañó al hotel Intercontinental para esperar los resultados de las elecciones.
En el lugar se mostró muy acaramelado con su media naranja, tanto que incluso la tomó en sus brazos, como un príncipe.
La historia de estos tortolitos partió en el verano. Ambos son amantes de los videojuegos de acción y se encontraron en Internet, mientras jugaban Borderlands.
Luego de conocerse en el mundo virtual decidieron juntarse y ahí comenzó el romance.
Al principio Kevin no sabía que Antonia era hija de Matthei y cuando supo le pareció sólo una anécdota en la relación. "Dije ¡Oh, qué interesante!", señaló el chico.
Lo único que aproblemaba a esta pareja era que la candidata rechazara al joven por su aspecto peludo. De hecho, lo primero que dijo Kevin antes de conocerla fue "¡Me va a matar!".
"Siempre tuvimos miedo de que le pidiera que se afeitara o se cortara el pelo, pero por suerte no pasó", soltó al diario pop la blonda Antonia.
Ahora ya están más relajados. El rockero viaja una vez a la semana a Santiago y pasa todo el día con su novia jugando, escuchando música y comiendo cosas dulces. “Tengo algunos proyectos que me sirven de excusa para venir a verla y en algunas ocasiones se vuelve conmigo a Quillota”, indicó el enamorado.
Aseguró además que se lleva bien con la candidata, aunque la ve tarde mal y nunca. "Cuando está en la casa nuestra relación es buena. La encuentro muy amorosa, positiva y se puede conversar de cualquier tema con ella".
Según comentaron, Evelyn no es de esas suegras controladoras, enojonas o estresadas. Tampoco es de aquellas que le cocinan al yerno. Su gran virtud es que no les pinta el mono y los deja tranquilos.
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