El macabro sitio del suceso: huella de zapato sería clave

A Rojas lo culpan de ocultar el cadáver a 70 centímetros de profundidad, en un sitio que él cuidaba.

El día que desapareció Fernanda Maciel solo una persona tenía las llaves del lugar donde anteayer descubrieron su cadáver: Felipe Rojas Lobos, su amigo.

El hasta ahora único detenido era en ese momento el cuidador del lugar y vivía a solo 110 metros de distancia. Es por eso que los dardos apuntaron a él durante los primeros meses, ya que además era el vecino de la casa contigua de donde vivía Maciel, en calle Puntiagudo, en Conchalí.

Durante la revisión de las cámaras de seguridad del lugar se apreció (el domingo 11 de febrero de 2018) cómo Maciel se perdía por la calle, justo frente a esta bodega.

Una de las teorías que se baraja es que, luego de discutir con "Fer", Rojas la habría empujado, cayendo de espalda y golpeándose la cabeza. Tras convulsionar varios minutos, la joven falleció.

Rojas le habría pagado a un tercero para que cavara un hoyo a fin de ocultar el cuerpo. Luego, según fuentes policiales, fue a una ferretería donde compró cal y cemento para tapar su crimen. Y llenó el sitio con escombros.

Las cuatro pericias en las que se enfocará el Ministerio Público son: revisar una huella de zapato que quedó en el cemento donde quedó el cuerpo, cotejar las ropas con las que aparece Rojas los días posteriores al crimen y buscar ADN del acusado en las uñas de Maciel.

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