Crónica

Gerente de La Piccola Italia cocinó al dente a sus 162 acreedores

El sueño de cualquier empresario gastronómico es dejar contentos a sus clientes, ser reconocido por entregar productos de calidad y, si la fortuna lo permite, crecer.

A punta de precios bajos y porciones abundantes, la familia Vanella logró en 11 años lo que muchos no logran en toda su vida: Crear un negocio de prestigio bajo el nombre de "La Piccola Italia", pero más temprano que tarde las deudas con sus acreedores y denuncias de insalubridad terminaron por quebrar el imperio. Esta semana el gerente general Ricardo Valenzuela Vanella (36), fue sentenciado a tres años más 300 días de presidio por los delitos de quiebra fraudulenta y estafa contra 162 instituciones y personas.

PASTA

El primer restorán de la cadena se inauguró en septiembre de 1997 en pleno Las Condes. El éxito fue rotundo y pronto se sumaron nuevas sucursales. La familia dividió la sociedad en dos: Mientras los hermanos fundadores se quedaban con uno, los descendientes Ricardo Valenzuela y Matías Vanella creaban una sociedad limitada.

Seis años después ya existían tres locales, más otro en Nueva York, llamado "The Grand Family", que sólo duró ocho meses. Pese al traspié internacional las cosas iban bien. La familia le daba trabajo a más de mil empleados y podían ganar hasta 1.200 millones al mes. El negocio de las pastas estaba en ebullición.

Los problemas comenzaron en 2006, cuando los más viejos acusaron a sus descendientes de no pagar las regalías de uso de marca. Valenzuela y Vanella decidieron entregarles cinco locales para aplacar la deuda. Ese año aún la vida les sonreía: Había planes de alcanzar 30 locales en 2010.

Pero el 17 de julio de 2007 todo cambió. El reportaje de Informe Especial "Muéstrame tu cocina" evidenció supuestas faltas de higiene en algunos locales. Entre las imágenes se podían ver a chefs lavando fideos, garzones metiendo dedos en salsas y limpiezas de platos en "aguas estancadas". Pese a que los gerentes aclararon cada uno de los puntos en discordia, el público se desvaneció de las salas.

Las deudas siguieron acumulándose y la quiebra estaba a la vuelta de la esquina. Ricardo Valenzuela, en su cargo de gerente general, decidió arreglar un contrato donde constataba una deuda de tres mil millones de pesos por el uso de marca entre familiares, pero firmada con seis meses de diferencia. Durante ese tiempo Valenzuela realizó compras a empresas del rubro construcción, alimentos y factoring, los que confiaron en las sanas finanzas. En total, los acreedores perdieron más de cinco mil millones de pesos.

"El contrato no estaba escrito ni firmado y yo gestioné que se confeccionara un documento dándole una fecha anterior a la real, es decir, una fecha falsa. (...) Mis tíos y mi mamá, simplemente firmaron esto en el entendido de que no había nada malo, ellos no manejaban este tema, lo hacía yo solo, mis tíos y mi mamá de hecho no entienden nada de contratos", declaró Valenzuela ante el fiscal Oriente Gonzalo de la Cerda.

El 4° Juzgado de Garantía de Santiago concedió a Ricardo la libertad vigilada durante cinco años, aunque nada se sabe del juicio civil. Mientras, la familia continúa con el secreto que los hizo tan famosos. Pastas de calidad y para todos.

En sus mejores tiempos La Piccola Italia tuvo 10 sucursales, más un supermercado. Los planes de la familia eran expandirse a 30 locales y abrir el "Club Buono".

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