Crónica

Germán René Cofré Martínez: "No tenía el teléfono para comunicarle a mi familia que estaba bien"

Germán René Cofré Martínez es un hombre más bien menudo. De 65 años, luce ojos verdes con ciertas manchas café que lo hacen algo especial. Usa zapatillas blancas como los lolos y todavía no tiene muy claro por qué decenas de periodistas andan tras sus pasos.

El primer "detenido aparecido" de la historia llegó hasta el Palacio de Tribunales justito a las 14.30, en taxi y acompañado por su hijo mayor, Marcelo, a quien todavía le cuesta decirle "papá".

El motivo de su visita a Tribunales era que debía declarar ante el ministro Carlos Gajardo y contarle qué miércales hacía en Mendoza, mientras todos en Chile creían que era una víctima de la dictadura y que estaba enterrado erróneamente en las fosas del Patio 29.

Al entrar por la puerta de Morandé, Cofré no tenía idea qué hacer. Además de su hijo lo flanqueaba una perito dactilográfica que tenía que demostrar que él era efectivamente quien decía ser.

Por si las moscas, el "aparecido" tenía escondido entre sus manos el carné que sacó hace diez años en el consulado chileno en Mendoza y que, supuestamente, vencía ayer.

No fue necesario que lo usara. El anciano llegó y pasó en compañía de su hijo y de un enjambre de periodistas que quería saber por qué estuvo 35 años en Mendoza sin hacer ni un mísero llamado a Chile.

Cofré Martínez al llegar caminó a paso redoblado y en medio de balbuceos y hablando con voz baja, dijo que "mi familia me dio un gran recibimiento cuando me vio. No tengo más que decir".

También reiteró que "yo no sabía que acá en Chile era un detenido desaparecido".

Luego Cofré Martínez se encerró en la oficina del ministro Carlos Gajardo, quien llegó puntualmente a las 15 horas para iniciar el interrogatorio.

Veinte minutos después, la perito dactilográfica salió del despacho del juez con las diez huellas digitales del hombre, acreditando que sí se trataba de Cofré Martínez.

A las 15.40 comenzó el interrogatorio que se prolongó por casi cuatro horas.

BUCHE

Se suponía que Cofré Martínez hablaría a todo ritmo con la prensa después del interrogatorio. Pero apenas salió dijo que "no tengo nada más que decir, le conté todo al ministro" y caminó rápidamente para evadir las preguntas.

Sin embargo, de cuando en cuando soltaba algunas frases raras, pero que dejan ver que el caballero poco entiende de la mansaca que se mandó. "No tenía cómo comunicarme con mi familia porque no tenía ni la dirección ni el teléfono para hacerlo ni tampoco tenía documentos chilenos", dijo.

Raro, porque apenas volvió de Mendoza llegó a la misma casa en calle Venus, Lo Espejo, desde donde fue sacado a la fuerza para llevarlo a la Base Aérea El Bosque, donde estuvo detenido por su condición de dirigente comunista, pese a que el PC, a través de su secretario general, Lautaro Carmona, aseveró ayer que no puede acreditar si el viejito militó alguna vez en esa colectividad.

Cofré Martínez a duras penas logró decir que "mi esposa no sabía que yo estaba vivo" y que tomó la decisión de irse del calcetín de tierra "para salvaguardar la seguridad de mi familia, porque los tiempos estaban muy difíciles".

A la salida del tribunal lo esperaba en un Nissan V16 su hijo Marcelo. Como pudo el anciano subió al automóvil que partió raudo por calle Morandé para perderse en el horizonte.

LO VENDEN

En todo caso, una nube gris se cierne sobre el hombrón, ya que entrevistada por 24 Horas, Eugenia Allende, ex mujer de Marcelo Cofré, dijo que la familia desde 1982 tenía antecedentes de que Germán Cofré estaba vivo.

Y lo más grave, acusa de que antes de morir la esposa del "aparecido" pagó a una vecina para que jurara ante las autoridades que había visto cuando funcionarios castrenses lo habían detenido para luego desaparecerlo.

MARCELO, SU HIJO MAYOR, LO TRATA DE "ESTE HOMBRE"

Pocos sabían que el hombre robusto de tez morena que acompañaba a Cofré Martínez era su hijo mayor, quien labura de periodista en la radio de una universidad privada.

Lo llevó en taxi hasta la puerta de Morandé para que entrara al tribunal. Habló con los gendarmes amablemente y les explicó quién era su padre, aunque los oficiales ya lo tenían más que claro.

Ante el asedio periodístico, Marcelo Cofré Cisterna se choreó su resto y al subirse al ascensor para dirigirse a declarar ante el ministro Carlos Gajardo gritó "ésa es la ética de los periodistas". ¡Esa onda!

Sólo 20 minutos después de que el ministro entrara a su oficina a interrogar al "detenido aparecido", su hijo salió de la oficina y habló un pelito con el diario pop. "El juez me dijo que tiene como para dos horas más con este hombre, así que yo voy a buscar mi auto que dejé mal estacionado y después cuando vuelva podemos hablar todo lo que quieran", parló.

"Este hombre" no es otro que el trato que Marcelo da a su padre, que lo dejó abandonado en Chilito por 35 años. Tendrá sus motivos.

GOBIERNO CREE QUE ES EL ÚNICO CASO DE CHANTERÍO

El subsecretario del Interior, Felipe Harboe, se refirió al insólito caso de Cofré Martínez, al descartar de plano que existan muchos más casos así.

"Estamos hablando de un tema de extrema sensibilidad, de los hijos que han visto cómo una persona ha retornado después de que pensaban que estaba fallecida y no se puede cuestionar el sistema en su conjunto por la existencia de un caso puntual. Hemos tenido una certeza jurídica bastante grande", dijo Harboe.

El subse agregó que no existe una indagación paralela del Gobierno y que "el ministro Carlos Gajardo está realizando las investigaciones que corresponden y una vez que él nos entregue los antecedentes vamos a ver los cursos que vamos a seguir".

Por otro litro, María Luisa Sepúlveda, asesora presidencial de Derechos Humanos, apoyó los dichos de Harboe respecto a que sería un caso puntual.

"Es bien improbable que haya nuevos casos al respecto. Yo diría que no hay antecedentes en otros casos que nos hagan deducir o intuir que hay errores de calificación, pero no puedo firmarlo", verseó.

Ramiro García S.

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