En diciembre, un amigo le regaló medio vaso de “tíbicos” a Marilyn Valenzuela, que hasta entonces había escuchado poco y nada de los llamados “hongos tibetanos”.

La mujer le llevó una porción a su mamá, Eliana Sánchez, que a sus 87 años sufre dolores crónicos que la obligan a inyectarse cada tres meses en las rodillas.

“Mi mamá empezó a tomar un vaso de tíbicos cada día. Tiempo después le pregunté y me dijo que se sentía increíble, pese a que no se había puesto la inyección correspondiente. Ella tomaba cinco pastillas diarias. Para el corazón, los calambres y otras cosas. Ahora solo toma dos y anda perfecto”, dice Valenzuela.

Los “hongos tibetanos”, “tíbicos”, o “kéfir de agua” son una mezcla de bacterias y levaduras. Cada vez son más los barreros que creen en sus milagrosas propiedades para curar un lote de achaques y enfermedades.

Sus partidarios aseguran que Sor Teresa de Calcuta usaba estos hongos, propios de la India, para tratar a los leprosos. Por lo mismo, la mística dicta que los tíbicos jamás deben ser vendidos. Solo se pueden regalar.

“Le he dado a aproximadamente 30 familiares, 20 amigos y otras 20 personas que no conocía. Si los da con fe, mientras más das, más se multiplican”, asegura Marilyn.

Europeos y asiáticos usan los tíbicos hace siglos para tratar enfermedades de la guatita, las vías respiratorias, úlceras, tumores e incluso el cáncer.

Jorge Raposa sufrió un accidente vascular y ahora debe lidiar con el síndrome de Parkinson. “A veces las piernas no me reaccionan. Con los hongos estoy mucho más estable, el movimiento es mucho más fluido”, explica.

¿CÓMO SE TOMAN?

Sus adeptos aseguran que para disfrutar de los beneficios de los hongos, solo hace falta dejarlos remojar por 24 horas en agua con chancaca. Con un vaso al día basta y sobra.

La Cuarta intentó obtener la opinión de varios médicos sobre las propiedades del kéfir de agua. Sin embargo, los galenos declinaron hablar debido a la falta de estudios que comprueben los milagros de los champiñones tibetanos.