Crónica

Johnny Herrera: el accidente de tránsito que le arrebató a su hermano

Johnny Herrera, que por estos días enfrenta un juicio oral por un atropello con causa de muerte, sufrió un episodio similar al otro lado de la vereda, hace 22 años.

El arquero azul era el más pequeño de una familia que la componían su madre, la señora Gladys Muñoz, junto a sus dos hermanos. Todos vivían en el barrio Guacolda de Angol, en la parte de atrás del bar que administraba la señora.

Johnny, quien desde pequeño demostró su amor por el fútbol, dejó de ser preocupación para su padre que vive en Nacimiento cuando sólo tenía tres años. El hombre ayudó con la crianza de los dos mayores que no eran de él, pero con su propio hijo fue distante.

Sólo recibía 12 mil pesos al mes de su padre, un poco más de 140 mil pesos de hoy. Las lucas las juntaba Alejandro, su hermano 15 años mayor. Él solía decir que Johnny era su hijo, según cuenta la señora Gladys en una entrevista concedida al diario La Tercera el año pasado.

Herrera debe al "Jano" su pasión por Universidad Católica, pues era fanático del club precordillerano. Ambos disfrutaban a concho el fútbol hasta que un accidente los separó.

Destino

Dicen que fue por culpa de un gorro de lana nuevo que Johnny se cayó a una zanja, frente a su casa. En el incidente se partió la cabeza y fue a dar al hospital de Angol, donde quedó internado por precaución, según recoge el libro Leones, escrito por Rodrigo Fluxá y Gazi Jalil.

El hecho ocurrió el sábado 8 de junio de 1991, cuando el futbolista sólo tenía 10 años. Hasta ese momento era lo que más preocupaba a su madre y sus hermanos. Pese a ello, Alejandro, viajó el domingo desde Angol a Los Ángeles a comprar un motor.

Por ese entonces, el hombre conducía un colectivo y los autos eran su otra gran pasión, después del fútbol. Ese día partió temprano a la capital de la provincia del Biobío, estuvo todo el día para aprovechar el viaje y en la tarde regresó a Angol.

El destino quiso que jamás volviera a reunirse con su familia, pues en la carretera chocó brutalmente con uno de los tradicionales camiones de madera que recorren la zona y, como suele ocurrir en esos casos, murió casi al instante en el lugar.

El grito de dolor

La madre, vestida de negro, llegó al hospital. Tenía que contarle a Johnny del fatal accidente. No pudo y fue el médico quien entró a la pieza del niño y le contó todo. El grito fue desgarrador, según recuerda su madre en algunas entrevista que ha dado años después.

A los pocos meses tuvo la oportunidad de probarse en la Universidad Católica, pero la profunda pena que tenía no le permitió abandonar su casa. Su madre no quiso obligarlo y un par de años después llegó la oportunidad de Universidad de Chile.

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