El "ahhhh, Chile va al Mundial, al Mundial, al Mundial, Chile va al Mundial" no sonó tan fuerte anoche en las afueras de la casa de Harold Mayne-Nicholls, donde el caporal les ofreció un asado a los seleccionados.

Pero a falta de intensidad bueno estuvo el entusiasmo con que lo cantaron los cerca de 30 cabros que llegaron con la ilusión de ver a sus ídolos y, era que no, conseguir algún autógrafo.

Y es que los vecinos de ese sector de Peñalolén cacharon que algo pasaba y daba lo mismo la hora: Había que estar ahí.

Ariel Lemus juró que "no me voy hasta que termine el carrete. Ojalá que el 'Mago' Valdivia me dé el autógrafo", dijo, mientras un poco más allá la peque María Paz, de apenas 10 pepas, explicó que "vinimos a festejar con mis primos. Yo quiero un saludo de Ponce y el 'Chupete' Suazo", contó.

Mientras, al interior y protegida de las miradas indiscretas gracias a una tremenda carpa, la Roja festejó al ritmo de La Noche.

Y como tenía que ser, la parranda duró hasta que las velas ya no ardieron.