- ¿Cuáles son las demandas del movimiento social?

- Declararnos como zona extrema y recibir una compensación por el traslado a Calama del campamento de Chiquicamata, además de un monto de dinero por las utilidades del cobre. También queremos recursos permanentes del metal rojo para la comuna e impulsar procesos de renacionalización del cobre y del agua.

- ¿Cuál fue el impacto del traslado de Chuqui?

- Tenemos un presupuesto municipal quebrado. No podemos responder a todo lo que nos piden las 15 mil personas que se trasladaron.

- ¿Cuál es el problema con el agua?

- Nuestra agua no es buena, es muy cara y no llega a muchos sectores rurales de Calama. La empresa privada solamente quiere ganar dinero y no tiene una mirada social.

- Si contaran con el 5% de utilidades del cobre, ¿en qué lo utilizaría?

- En infraestructura, pero también tenemos que invertir en educación superior, consultorios médicos, turismo en el Alto El Loa, que es tan lindo como San Pedro de Atacama, pero no tenemos caminos, energía eléctrica ni agua potable. Otra categoría es el deporte. Nuestra ciudad podría ser un laboratorio de deportes de alto rendimiento por el tema de la altura.

- ¿Podría este movimiento transformarse en otro Aysén?

- Nosotros no queremos aquello, los nortinos somos más pacientes, pero la paciencia se acaba, tiene su límite.

- ¿Cómo maneja el cuidado del medio ambiente estando tan cerca de las mineras?

- Observamos todos los días las nubes de polvo y nos tragamos esa contaminación que daña la piel, los ojos y causa altos índices de cáncer. Por eso pedimos compensaciones, alrededor de 60 millones de dólares para parques, plazoletas, un colegio técnico profesional.

- En Calama hay muchos bares, ¿cómo andan con el alcoholismo?

- Hemos cerrado muchos locales y hoy las schoperías son las mínimas. Ahora hay más vida familiar.

- ¿Y las drogas?

- Esa es una dificultad que tenemos, hay consumo por el poder adquisitivo, pero eso se ve en todas partes.