En septiembre, el perro de la vecina de María Canario hizo un hoyo bajo la pandereta que divide sus casas en Paine, pasó y atacó a sus tiernos animales.

La bestia destrozó una huerta, mató cinco gallinas ponedoras y el mismo número de conejos cuyas crías vieron la masacre.

Lo más terrible es que las criaturas eran el legado del padre de la señora Canario, que cuida con mucho amor Joaquín, su hijo menor de 13 años.

El niño descubrió al invasor que no pudo ser neutralizado por la perra Tonka, porque estaba amarrada. Joaquín se enfrentó al perro y evitó que la carnicería terminara con todas las aves de corral.

La familia Canario retuvo al perro y llamó a Carabineros que les recomendó llevar el caso hasta la Unidad de Justicia Vecinal de Paine, una de las cuatro comunas donde funciona el nuevo sistema que pretende agilizar la resolución de conflictos y descomprimir la justicia ordinaria.

Un facilitador media entre las partes y así fue en este caso. La vecina aceptó reponer las gallinas muertas, le compró alimento a los conejos sobrevivientes y tapó el hoyo que dejó su travieso perrito.

La señora Canario trinó de alegría y felicitó la movida del Ministerio de Justicia cuyo eslogan dice: "Para que algo chico no deje la grande".

El jefe de la Unidad de Justicia Vecinal de Paine, Martín Morales, contó que los dramas más comunes son el derecho de servidumbre, problemas de agua y mascotas molestas.

Si los vecinos no llegan a acuerdo, el conflicto pasa a la justicia ordinaria o a un juzgado de policía local.