La solitaria cuarentena del "Profeta de Peñalolén"

Hugo Muñoz Escobar vive solo en una pequeña pieza en Pedro Aguirre Cerda. Apenas tiene contacto con sus 30 hijos, aunque asegura que mantiene buena relación con las que fueron sus siete esposas. Asegura que la pandemia es un castigo divino porque la humanidad le dio la espalda a Dios.

"Me hubiera gustado estar con toda mi familia, abrazar a mis hijos y pasar todos juntos por esta prueba, pero no se puede nomás. Aún así no tengo resentimientos son nadie". Con esta frase, Hugo Muñoz Escobar (65), conocido popularmente como "El Profeta de Peñalolén", relata sus días de cuarentena total en la comuna de Pedro Aguirre Cerda.

Por su edad, integra el denominado grupo de riesgo de adultos mayores, por lo que evita al máximo salir a la calle. Su compañía son dos perros pequeños a los que le prohibe el ingreso a su casa, una pieza que no supera los 10 metros cuadrados, donde cabe una cama de dos plazas, un televisor, una cocinilla y una pequeña mesa.

Es difícil seguirle el ritmo ya que camina lento y habla muy despacio. Una caída lo dejó con fractura en los dos tobillos, por lo que se ve dificultado en su desplazamiento.

Solo un par de fotos antiguas sobre un pequeño velador recuerdan que en algún momento del año 1995 saltó a la fama como el primer caso de poligamia en Chile.

En ese entonces tenía cuatro esposas, con el tiempo llegó a tener siete y treinta hijos. Hoy está solo haciéndole el quite al Covid-19.

"El coronavirus es un juicio divino que está lejos de la comprensión de los científicos y de los mandatarios. No sabemos cuándo se va a detener, pero creo que mi fe me puede mantener a salvo de un contagio o de enfermar", comenta el hombre de prominente barba blanca, quien aclara de inmediato que nunca le gustó su nombre legal, él prefiere que le llamen "Jacob".

Enamorado

Según su relato, desde 2016 decidió llevar una vida más apegada a la meditación y al estudio de la Biblia, por lo que debía alejarse de sus mujeres.

Sin embargo, la verdad es que varías se aburrieron de vivir a su lado y decidieron tomar nuevos rumbos.

"Una cosa es que quiera estar solo espiritualmente, para poder meditar y tener tranquilidad. Otra cosa es que me quiera escapar de la familia, de las madres de los 30 hijos y de los nietos. Tengo contacto con todos, no obligué a ninguno a la fe, y económicamente les respondo", comenta.

"Jacob" asegura que sigue enamorado de cada una de las que fueron sus esposas, a pesar de que ellas ya no tienen intención de verlo como pareja.

"Por todas las personas sentí el mismo amor. Siempre estuve y estoy enamorado de cada una. Ellas cambiaron mucho y lo entiendo, como todo ser humano. No sabría decir si estaban enamoradas de mí, pero me quisieron mucho. A ninguna la obligué a estar conmigo, Dios me las envió", sostiene.

Tal como muchos adultos mayores en nuestro país, el "Profeta" recibe una pensión que poco le ayuda, pero asegura que se beneficia con el trabajo en una parcela que mantiene en el sector de "Lomas de Lo Aguirre", lo que le ayuda a parar la olla.

"No es sencillo ser adulto mayor en este país y mi pensión no me ayuda mucho. Tengo un negocio que me sostiene en mis gastos", comenta.

Desde la ventana de la habitación de "Jacob" se escucha a un par de niños jugar en la calle. Lamentablemente, las primeras horas de cuarentena no generan gran impacto entre los vecinos de PAC.

Sin embargo, Hugo Muñoz ya tiene claro su panorama para el encierro.

"Me gustaría escribir lo que he vivido y dejar un mensaje. No me gustaría que otra persona se quede con lo que yo puedo enseñar", asegura el hombre.

Por cufifo estuvo cara a cara con la justicia

Detrás de la caricatura mediática que se armó alrededor del "Profeta de Peñalolén" hubo una serie de incidentes que lo obligaron a enfrentar a los tribunales de Justicia. En 2015 fue condenado por conducir bajo los efectos del alcohol y pasó unos días en la cárcel. "No le doy a nadie esa terrible experiencia, realmente lo pasé mal. Cometí un error y pagué", sostiene.

Otro de los episodios condenables fueron las agresiones que denunciaron sus esposas y que él recuerda como "defensa propia".

"Había una persona en la parcela que les metía cosas en la cabeza y un día me atacaron todas al mismo tiempo. No me quedó otra que defenderme", señala.

- Golpear a una mujer es un delito grave...

- Ellas se me lanzaron encima y me tuve que defender. Pasó hace mucho tiempo y estoy arrepentido de ese episodio.

- Tenían dependencia económica de usted, ¿utilizó eso para pedirles que no lo demandaran?

- Ellas estaban conmigo por su propia voluntad, el episodio de violencia que recuerdo es solo ese.

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