Crónica

La tía Sonia espera al Papa con mil sopaipillas

El gesto más simbólico de la visita del Papa Francisco a Chile se llevará a cabo el martes 16 de enero en el Santuario del Padre Hurtado. Allí, el Sumo Pontífice tendrá la oportunidad de compartir con personas de escasos recursos y de paso engañará el hambre con un salvador matecito helado y unas sabrosas sopaipillas chilenas.

Serán mil masas las que se repartirán en el evento religioso, al que se espera que acudan personas en situación de calle, inmigrantes, rehabilitados de droga y alcohol, además de mujeres que sufrieron violencia intrafamiliar.

Todos ellos tendrán la oportunidad de sentarse a la mesa con Francisco y darles el bajo a las sopaipillas artesanales elaboradas por Sonia Castro, de 76 años, quien se gana la vida vendiendo sus masas hace medio siglo en las cercanías de la avenida General Velásquez y que le entregará en las manos el alimento al Papita.

"A mediados de diciembre me contactaron desde el Santuario del Padre Hurtado para pedirme un encargo especial. Me dijeron que debía hacer sopaipillas para cuando viniera el Papa. Pensé que serían para atender a las personas que visitarán el hogar, porque nunca imaginé que las probaría el mismo Papa. Es un orgullo tremendo y la responsabilidad más grande de mi vida", cuenta doña Sonia, mientras contacta a un donador de zapallo camote que le prometió buenos cortes para darle sabor al producto.

A pesar de los nervios que le genera estar cerca de Francisco, la mujer se las arregló para armar una cuadrilla de familiares que deberá mezclar la harina con sal, manteca, zapallo y algunas gotitas de levadura. Sabe que se juega la reputación de su producto en una tarde y por lo mismo no quiere a nadie externo con las manos en la masa.

"Cuando me dijeron que debía dárselas en sus manos me puse a llorar. No pude contener la emoción. Estaré frente a frente a una persona muy importante, a mi edad eso es casi un milagro. Me gustaría contarles muchas cosas de Chile, ojalá los nervios no me jueguen en contra", comentó la señora.

PURO ÑEQUE

Sonia se apura en aclarar que sus sopaipillas son ciento por ciento artesanales, hechas con sus propias manitos y que al día puede llegar a vender unas cien. Aunque en invierno las ventas se disparan, ya que mezcla la masa con chancaca y las deja "pasadas".

"Vendo baratito y para todos. Creo, sinceramente, que las sopaipillas son una comida que representa a nuestro país. Las comen en todos lados, en las calles y en las casas. Los pobres y los ricos, por eso el Papa pidió comerlas", sostuvo.

Para llegar con las mil sopaipas para el Papa, Sonia comenzará a mezclar masa el lunes por la mañana. La idea es tener el producto listo antes de que lleguen los encargados de seguridad del Santo Padre a probar el producto.

"Supongo que vendrán a probarlas antes, lo que sería normal. Aunque no deben preocuparse, las dejaré de lujo", se cachiporreó Sonita.

LARGO TOUR

La idea de invitar al Papa a comer sopaipas la craneó el capellán nacional del Hogar de Cristo, Pablo Walker. En su visita al Vaticano, hace cuatro años, el sacerdote sostuvo un breve encuentro con Francisco y lo invitó a degustar las bondades culinarias de nuestro país. Esas que son el desayuno del obrero, el bajón del universitario y el mayor producto consumido en el campo chileno.

Con la confirmación de la visita, la organización pensó que sería buena idea que a eso de las 18.30 horas el Papa abandonara la Catedral de Santiago y se fuera al Santuario del Padre Hurtado saludando a los fieles por la Alameda.

Después de varias actividades por Santiago, obvio que el hambre comienza a atacar y la idea es que el Santo Padre se dejé querer con un pequeño tentempié, tal como lo hizo Juan Pablo Segundo en su visita a Chile en 1987 cuando comió sopaipillas y tomó tecito con pobladores en el Parque O'Higgins.

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