"La tierra se abrió y pensé que nos iba a tragar a todos"

El cataclismo del 27 de febrero sigue moviéndoles el piso y el corazón a millones de chilenos, entre ellos al parralino Alberto Monroy, quien vivió en carne propia el miedo más grande de un terremoto: Que la tierra se abra y nos trague. El compadre y su familia viven en el fundo Santa María, al oriente de Parral, donde se abrieron grietas de hasta 2 metros de ancho, en las que cabe un vehículo de costado.
"Nuestra casita de madera crujía y se movía para todos lados, así que antes que se nos cayera encima, quebramos los vidrios y nos tiramos por una ventana, porque la puerta se trancó. Mi señora saltó con la guagüita en brazos, mientras yo sacaba los vidrios", recordó Monroy. Cuando creían que afuera iban a estar a salvo del pencazo, Alberto y su esposa vieron cómo frente a ellos la tierra empezó a partirse hasta formar una grieta de casi 2 metros de ancho.
"La tierra se quebró frente a nosotros. Nunca habíamos visto una cosa así. Pensé que nos iba a tragar a todos, porque la grieta pasó por debajo de la mediagua y terminó de derrumbarla", contó Monroy. La furia telúrica también fregó el único pozo de esta familia, "así que ahora los vecinos nos traen agua en chuicos y botellas para hervirla y tomar", dijo Alberto. El campesino señaló que la tierra también se abrió firme en la comuna de Longaví, donde el exceso de agua provocado por la salida de algunos canales "quemó" sandiales y otras plantaciones.
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