"Que me juzguen bajo mi moral. Lo que yo hice es totalmente normal en mi país. En Colombia se puede tener este tipo de relaciones", señaló bien suelto de cuerpo el actor colombo-belga Didier van den Hove (42) tras la audiencia de control de detención que se efectuó ayer en la austral ciudad de Puerto Natales.

Al galán de nacionalidad belga y residente en Colombia se le acusa "por acceso carnal a un menor de entre 14 y 17 años", o sea, por filetearse a dos menores de edad en un hotel de la zona. El actor remachó que se siente muy tranqui porque "lo ocurrido es normal donde yo vivo. No es nada grave y no tiene importancia".

Conocido en nuestro calcetín de tierra, especialmente por las dueñas de casa, gracias a sus papeles en las telecebollas "El Zorro", "La Tormenta" y "Pasión de Gavilanes", el actor será formalizado durante la tarde de mañana debido a que el fiscal de la causa, Iván Vidal, pidió una ampliación del plazo de detención para que se realicen todas las pericias necesarias a los dos notebook de propiedad del acusado, para rastrear si contiene material pornográfico infantil.

"Hasta el momento hemos encontrado en el computador fotos de una variedad de niños y adolescentes con ropa interior y en poses sexuales. En una aparece besándose con el menor que estaba en el hotel", contó el fiscal.

El defensor, Herman Klasen espera que el actor quede libre mañana.

DEPRE

El investigador del Ministerio Público dijo que el galán de teleseries se encuentra súper bajoneado: "Está deprimido y complicado. Está preocupado por el menor. Es que mantenía una relación afectiva con el joven. No entiende por qué la justicia lo sanciona".

Didier van den Hove arribó a Chile hace más de una semana para irse de vacaciones con el menor. Reconoció que mantiene una relación por internet hace cuatro años con el pokemón y que durante el 2007 estuvo con él en Talcahuano.

Por su litro, el Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh) rechazó "este nuevo atropello a la libertad sexual de dos jóvenes homosexuales".

F.Zúñiga/ R. Henríquez