"Ya reina, estamos listos pa'l perreo a la noche. Tú ya sae...". El "Mocho" le tira un beso a su amiga en su teléfono que parece azulejo. Está afuera de una farmacia en Maipú. Lo toma de nuevo y llama a otra amiga. "Hola guachita... ¿tení  un ratito pa' un tochangou? Ya poh, voy..."

El "Mocho" tiene 21 años, estudia en un instituto y en el bolsillo de su pantalón tiene una cajita. "Es la pastillita azul, tío. Con esto quedo como rey con las dos amigas que voy a ver. Una ahora, y la otra a la noche. Las tomo hace unos dos años y me va la raja con las minas. A la que no mato, la dejo tonta... jajajá. Todos mis amigos compran, pero nadie le va a decir que la toma. Nadie".

En los últimos cinco años, por las gargantas de los machos chilensis han pasado casi 15 millones de cajas de la píldora levantamuertos. Casi 25 mil millones de pesos han salido de los bolsillos para no dar pena en el ring y hacerlas todas. Y con dignidad. Lo jevi es que hoy los grandes consumidores son los lolos y no los viejitos cacho 'e paragua para quienes se pensó inicialmente.

La locura que partió con el Viagra hace 16 años se puso de moda la semana pasada luego que se supiera que el sildenafil, principio activo de la píldora ¡toing! había sido incluida en la canasta básica con la que se calcula la inflación. Cáchese la importancia del cacheteo azulado.

Sanos

El doc Walter Candia, urólogo de la Clínica Vespucio, soltó que si bien al menos el 15% de los adultos sobre 55 años sufre disfunción eréctil, lo peludo es que hoy son los jóvenes sanos, sin dramas en su muñeco, los que consumen sildenafil por cantidades industriales para perrear hasta que choque el hueso.

"En los jóvenes sanos retrasa la eyaculación y aumenta la erección, la hace de mejor calidad y el tiempo refractario es menor entre relaciones. Hay una mejoría global del rendimiento en pacientes jóvenes", dijo.

Sin embargo, soltó, se ha notado un mayor número de casos de cabros que, por consumo excesivo tienen problemas como priaprismo, una erección del "niño" que puede durar varios días. Eso sin contar otros efectos secundarios.

El problema con los cabros no es a largo plazo, porque no hay efecto acumulativo, pero sí puede haber de golpe por uso desmedido.

"Hoy la gente lo está tomando sin control y sin indicación médica, por lo tanto no conoce los límites y su impacto", recetó el doc, sin antes recordarle a la barra que si quiere mandarse el chupón tailandés, la anaconda chupetera, el trampolín ruso, el violín gitano o la mítica motosierra checoslovaca con su dosis de píldora ¡toing!, debe ir primero al médico.