Mago salió del clóset metálico tras sumergirse en el mar encadenado como pitbull
Antony Vlakar siempre soñó con ser hechicero. Desde pequeñito disfrutaba con la idea de echar polvos mágicos donde fuera. Pero cuando creció quiso ser el rey del escapismo y reivindicar el fallido intento ochentero del Mago Oli, quien casi muere ahogado en el Festival de la Una.
El mar de Antofagasta fue el escenario escogido por Vlakar para realizar la prueba más arriesgada de su vida: Encerrarse en "El Baúl de la Muerte", amarrado con diez metros de cadenas, seis candados y una lona; luego sumergirse bajo el mar y escapar vivito y coleando en menos de un minuto y medio.
El muelle antofagastino se llenó de morbosos a cachar si el mago fallaba y regresaba del fondo marino convertido en una tripa de paté de tamaño mutante.
Luego de algunos números mágicos de relleno, Vlakar decidió dar inicio a la prueba. Todo el lugar quedó en silencio. El mago se despidió con un beso de su esposa e hijos, por si las moscas. "Te amo, mi amor", le dijo al oído a su napier suave.
Lentamente el Mandrake chileno se enrolló las cadenas en su cuerpo fuera de forma. Cerró los candados y rompió sus llaves para que nadie los pudiera abrir. Sólo él con su magia.
Vlakar se cubrió con la lona y se metió en el baúl para luego sumergirse en las profundas aguas. El nerviosismo se sentía en el aire.
Un minuto y medio después, personal de la Armada sacó el baúl , lo abrió y ¡oh, my God! No había nadie en su interior.
Unos segundos después, Vlakar asomó su cabecita sobre el agua como foquita y provocó el aplauso espontáneo de los mirones. Lo había logrado.
"En un momento me asusté mucho, pensé que no resultaría, porque había mucha presión. Le dedico esto a todos los magos de Chile", dijo el hechicero que ya está listo para una prueba mucho más peluda.
Fabián Catalán/ Ramiro García
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