"Mi hijo no era un vago, como dijeron los nazis..."
Con 24 años, Celso Rebolledo tocaba la guitarra en bandas punk y tenía un gran objetivo en la vida: Convertirse en chef de cocina internacional.
Sin embargo, sus anhelos quedaron en nada el 6 de febrero de 2009, cuando fue letalmente apuñalado por un neonazi afuera del supermercado Tottus ubicado en Nataniel Cox 620, Santiago.
Cerca de las 20.45 horas de ese día, el menudo joven de 1.63 de estatura fue atacado por el vigilante Sebastián Sepúlveda Riquelme (19) y el skinhead Luis Sobarzo Sanhueza (26), quienes se conocieron en una "Noche Alba". El primero le asestó tres puñaladas con una cortaplumas y el segundo lo golpeó con una manopla en la cabeza. La hoja del arma blanca alcanzó el hígado, el pulmón izquierdo y el corazón del muchacho.
Esta semana, ambos agresores fueron condenados por el Cuarto Tribunal Oral. Sepúlveda pasará 10 años en la cárcel por homicidio y a Sobarzo le tiraron 540 días por lesiones menos graves. Para el fiscal Álvaro Núñez, los tribunales dieron "una señal inequívoca en el quántum de la pena".
Los hechos se desencadenaron cuando Celso intentó defender a un amigo punk que tenía líos anteriores con el guardia de seguridad, pero su acción le costó la vida. El homicidio ocurrió cerca del Parque Almagro, punto de reunión de varias tribus urbanas capitalinas.
COMO SI NADA...
Tras el ataque, que fue grabado por cámaras de seguridad, el homicida y quienes le acompañaban partieron a una fiesta en casa de otro imputado que fue absuelto.
Según la investigación, en el panizo bebieron alcohol y Sepúlveda habría dicho: "Da lo mismo ese hueón, si era un punk cul... nomás... y qué tanto por un punk menos". Incluso lo vieron con la casaca de la víctima, y la cortaplumas apareció en el entretecho del inmueble.
Al llegar a su domicilio, el guardia le pidió a su abuela que le preparara un café bien cargado. Le dijo que tuvo una pelea y que al parecer había muerto una persona.
"QUE SE CUIDEN"
Aída Cárdenas, madre de la víctima, contó a La Cuarta que el gran anhelo de su hijo era ser cocinero internacional. "Estaba trabajando y se iba a ir a Australia para terminar sus estudios. También pintaba cosas muy bonitas en la casa, no en la calle. No era vago, como dicen los nazis, tenía muchos sueños".
Agregó que era seguidor de la corriente punk, "aunque últimamente no estaba muy metido en eso".
"La muerte de mi hijo no tuvo razón de ser, ya que cada persona tiene derecho a pensar como quiera en un país libre".
- ¿Qué les diría a los jóvenes que pertenecen a las tribus urbanas?
- Que se cuiden más, que no anden tanto en patota. El trago y las drogas también llevan a estas desgracias. Les recomiendo que eviten todo eso, pero es difícil porque, ¿qué joven no toma o se droga?.
"SI COMETIÓ UN ERROR DEBE PAGAR... PERO FUE UNA PELEA"
Con las lágrimas corriendo por su rostro, Ángeles Riquelme escuchó la pena de 10 años de cárcel que su hijo Sebastián, quien está preso desde el 7 de febrero de 2009, deberá cumplir por el crimen del lolo punk.
"Estoy totalmente disconforme, no porque sea mi hijo, sino porque todos sabemos que fue una pelea", expresó la desconsolada mujer.
Pese a su congoja, tiene claro que "si mi hijo cometió un error, él debe pagar, pero encuentro que la pena que le dieron es demasiado alta. Mi hijo no tiene antecedentes y estaba trabajando".
- ¿Cree que aquí pesó la ideología neonazi?
- Esto fue por riñas entre bandas urbanas. Si a lo mejor no hubiese tenido esa condición de neonazi no habría sido tan alta la pena.
- ¿Sebastián es efectivamente seguidor de esta ideología?
- No, él andaba con jóvenes que eran skinheads, pero neonazi no era. Si hubiese sido neonazi no habría trabajado.
A juicio de la mujer, al determinar la pena de su hijo "no debieron cargarse en uno y limpiar a los demás, porque se supone que si andan tres, son los tres partícipes. Si uno golpeó con puños, patadas y manopla, y el otro golpeó con una cuchilla, el delito es el mismo".
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