Los ladridos de sus perros guardianes despertaron a las 5.30 de la madrugada de ayer a Claudio Ordóñez. El muchacho se levantó y descubrió que frente a su casa, en el kilómetro 16 de la Ruta 68, un auto Peugeout 605 del año '91 que se dirigía a Santiago se había desintegrado al chocar con la baranda  de protección del puente Pudahuel.

"Agarré un linterna, salté la barrera que divide el camino y lo que vi fue horroroso. El auto se había destrozado en tres partes. Al barro de la ribera del Mapocho cayeron tres mujeres (que en realidad eran dos). Estaban todas quebradas. A una le faltaba una mano, otra tenía la carita desfigurada y la tercera estaba bajo unos fierros", recordó.

En la carretera quedaron esparcidos los tres cuerpos restantes. Un hombre partido por la mitad, otro joven con la cabeza destrozada, mientras que la única sobreviviente lloraba y pedía auxilio a 25 metros del impacto.

Los primeros en llegar fueron funcionarios de seguridad de la autopista, quienes, según Ordoñez,  usaron la débil luz de sus celulares para ver cómo ayudar a los accidentados. Lamentablemente no había mucho que hacer.

Las cinco víctimas fallecieron al instante, mientras que Belén Faúndez Gómez (15) fue trasladada a la Posta Tres y luego al hospital Traumatológico, donde fue estabilizada.

Según las pericias iniciales, el exceso de velocidad sería la causa del accidente, y aún no se determina si el conductor habría ingerido copete.

VECINOS

Todos los implicados en la tragedia vivían en la población Herminda de la Victoria, de Cerro Navia, donde sus vecinos no podían creer lo que decía el parte policial.

Los chiquillos siempre carreteaban juntos. El auto pertenecía al conductor de un camión de ripio, Daniel Alejandro Curilén Sáez (22), pero, según su padre, al momento del accidente lo habría conducido Pablo Rodrigo Aguirre Andrade (35), quien trabajaba en estructuras metálicas.

INSEPARABLES

Ambos muchachos eran casi hermanos. Incluso Daniel, de cariño, le decía mamita a la madre de Pablo. Se visitaban a cada rato y, según sus cercanos, eran buenos para carretear, pero no tenían vicios.

En su última noche de vida invitaron a carretear a la discoteca "Nina" a unas amigas. Felices subieron al auto Denisse Herrera (25) y Margarita Millafel (19). Luego se les sumó la única sobreviviente y su hermano Marco (21), quien al principio fue caratulado como mujer y no lo era (vea página 9).

Nelly Andrade es tía de Pablo y se negaba a aceptar la realidad; esperaba que todo fuera "un error de identificación". Contó que su sobrino le había dicho que estaba muy contento, porque había cobrado una "platita" para festejar y hacerle un regalo a su mamá en su día.

Mientras esperaba su cuerpo, un cuñado de Daniel Curilén contó que lo más terrible es que la pareja del fallecido está embarazada de cinco meses. Hace poco había realizado un baby shower llena de ilusión por la vida que crece en su vientre. En el último tiempo la pareja se había distanciado, y quizás por eso ella no lo acompañó en el carrete mortal.

Sebastián Foncea M.