Naturaleza, artesanía y campo en Algarrobo

A un costado del humedal San Jerónimo, se fusionan el Pueblo de Artesanos y el Mercado Campesino para invitar a empaparse del patrimonio comunal.

Acostumbrados a pasear por centros de artesanías del Litoral Central, inundados de productos desechables, una gran sorpresa es encontrarse con rincones patrimoniales donde se muestra la hermosura de la creatividad humana local.

Uno de estos rincones está en Algarrobo, ya que hace 10 años un grupo de artesanas y artesanos de la comuna se unieron para levantar un espacio que los agrupara y que les permitiera exhibir las obras que realizaban en sus talleres caseros.

Así nació el Pueblo de Artesanos, a pasos del humedal San Jerónimo, uno de los tantos lugares naturales que han sido golpeados por proyectos inmobiliarios, pero que sobrevive por la fortaleza de vecinas y vecinos.

Desde la ruta se divisa un cartel que invita a ingresar al centro artesanal, que nos recibe con un diseño acogedor. Grandes mesones para compartir, sillas reparadas y troncos ordenados en forma circular para el lucimiento de un fogón, son algunas de las piezas instaladas que se unen a un escenario que presenta diversas manifestaciones culturales.

Por un costado, hay un corredor para circular por cada puesto donde confeccionan sus exclusivas piezas artesanales. Así, los duros rostros en piedra, que nos miran al iniciar el recorrido, se ablandan con la ternura de muñecas de trapo, juguetes de madera para niños, confecciones en cuero, serigrafías, joyería, trabajos en vidrio y coloridas pinturas, que se vinculan al Mercado Campesino con sus mermeladas, salsas o manjares.

La pausa ideal es en una pequeña cafetería que convive junto a una biblioteca popular y a un entorno de plantitas que le entregan un lindo verde a la ruta.

Mientras en la tarde los fogones comienzan a iluminar la despedida del sol y los chocolates artesanales de 9no Arte nos endulzan el corazón, en el escenario Doña Humedal comienzan a aparecer bandas musicales o espectáculos de danza, ante la mirada de los visitantes que pueden atesorar un recuerdo del pueblo playero.

Ellos son los testigos del goce que puede entregar un espacio enclavado en un entorno natural que debemos proteger, donde la creatividad humana unida a la raíz pesquera y campestre, va nutriendo la riqueza patrimonial de Algarrobo.

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