Basta que alguien se sienta de capa caída para que parta cascando a la botica, se las dé de doc autodidacta y solito se recete qué tomar. ¿Y si el fármaco no tiene nada que ver con el achaque? He ahí el riesgo de la automedicación.

El consumo de pastillas y brebajes sin prescripción médica puede traer consigo un lote de complicaciones a la salud, como ocultar un mal, producir reacciones adversas, aumentar la afección y, a veces, causar trastornos cerebrales.

La costumbre hace que, en la mayoría de los casos, la gente opte por comprar remedios recomendados por amigos o familiares, sin acudir adonde un galeno, quien es el llamado a establecer qué tipo de medicina se debe ingerir tras estudiar los síntomas.

Los hipertensos deben tener mayor cuidado, ya que si presentan otros tetes de salud y toman cualquier medicamento corren serio peligro.

El uso indiscriminado de analgésicos puede comprometer los riñones y llevar a una insuficiencia renal.

Los antiinflamatorios no esteroides (Aines), de gran uso sin control médico, pueden causar hemorragias digestivas.

La automedicación más común es el consumo de analgésicos para el dolor de mate, lo que puede afectar seriamente la presión o causar mareos.

- Ante cualquier dolencia, lo mejor es consultar siempre al médico. Y sólo si él lo indica, rajar a la farmacia de turno.