Noche de furia en Viña del Mar

Cegado por los celos, en 2001 el teniente Cristián Gómez Martínez disparó varios tiros contra Víctor Moenen en plena vía pública de la Ciudad Jardín. Armado con una pistola, impidió la atención a su víctima, quien falleció desangrada tras horas de agonía.

La furia se ve en los ojos del teniente Cristián Gómez Martínez quien, con varios copetes en el cuerpo, maneja raudo por la Ruta 68. Son pasadas las 2 de la mañana del 14 de noviembre de 2001, y el miembro del Ejército acaba de celebrar con dos amigos su salida del Hospital Militar, donde estuvo internado un mes producto de problemas psiquiátricos. Tras el carrete maneja desde el barrio Suecia a Viña del Mar.

No tarda en arribar al sector de Miraflores en la Ciudad Jardín, donde arrienda una casa junto a su distanciada pareja, Patricia González.

Al llegar se encuentra con una "sorpresa", que en realidad esperaba. Fuera de la vivienda de dos pisos, donde sólo vive la mujer con dos hijos de un matrimonio previo, está estacionado el auto de Víctor Moenen Stroble, el dueño del domicilio al que la pareja llegó en junio de ese año. El mismo al que había amenazado en octubre, antes de ser internado, tras descubrir que el constructor civil tenía una relación con su polola.

El odio inunda a Cristián, quien decide entrar por una ventana a la residencia a las 4 de la mañana. Va directo al dormitorio principal, donde encuentra a Patricia con Víctor, quien duerme sin saber lo que le espera.

El militar entra con un arma de fogueo a la habitación y desde el primer momento le propina certeros golpes a Moenen, quien totalmente superado es obligado a vestirse a la rápida y salir a la calle.

En el exterior y haciendo un escándalo que despertó a todo el vecindario, el teniente siguió golpeando a Víctor, cuando repentinamente decide abrir su auto para sacar otra pistola, esta vez real. Moenen aprovecha la ocasión para arrancar a pie descalzo rumbo al estero Marga Marga. Al inicio de la cuadra siguiente decide ocultarse tras un árbol.

Al ver que el enajenado hombre, entrenado para matar, no lo seguía, el constructor toma la peor decisión posible y decide regresar a la cuadra anterior, para esconderse tras otro árbol.

Bastó esa jugada para que Gómez Martínez lo viera y corriera hacia él, logrando dispararle en una de sus piernas. Aunque Moenen trató de arrastrarse al medio de la calle para evidenciar aún más la situación, al teniente le dio igual, comenzando una tortura a vista y paciencia de los vecinos.

Durante unos 15 minutos, golpeó sin resistencia a Víctor, a quien además le disparó otros seis tiros en zonas no vitales. "Vas a morir como un cerdo", le gritó varias veces a su arrendador, que se desangraba lentamente.

A eso de las 4.20 horas el sector comenzó a colmarse de Carabineros, que intenta

ron negociar con Gómez, quien con trato despectivo los mantuvo lejos. También llegó un camarógrafo de TVN que registró los hechos.

Mientras Víctor Moenen moría, Cristián Gómez fumó, habló por teléfono, tomó agua e incluso dejó sus armas en el suelo en un par de ocasiones, sin embargo, tardó más de cuatro horas en entregarse, siempre recordando su rol de oficial de Ejército.

De hecho, era de día cuando los policías llegaron a un acuerdo, lo tomaron de los brazos sin siquiera esposarlo y lo llevaron fumando un cigarrillo al interior de una patrulla. Tiempo después, la autopsia revelaría que Moenen murió por desangramiento entre las 5 y 6 de la mañana.

Celos

Cristián era hijo de Santiago Gómez, un ex suboficial de la Fuerza Aérea. Pese a que tendía a la "depre", hasta 1997 todo iba viento en popa. Lo habían ascendido a teniente y estaba a punto de casarse con la hija de un general de buen pedigrí, cuando pocos días antes de la ceremonia todo se derrumbó.

Tristón por el quiebre, en enero del 98 decidió irse de vacaciones con unos amigos a Puerto Montt, donde conoció a Patricia, pero bajo el mote de "Mariel", una bailarina de club nocturno de la cual se enamoró. La mujer había llegado desde Santiago tras separarse. Tenía dos hijos, pero su ex se había quedado con ellos.

La relación amorosa trascendió hasta el momento en que Gómez decidió contarle a su conservadora familia, que tomó de pésima manera la noticia. El 29 de julio de 1998, Santiago Gómez se suicida y provoca el derrumbe de su hijo, quien se aleja de la familia y oculta su nuevo amor en la pega.

Así se mantiene, con eventuales tratamientos psiquiátricos de por medio, hasta que en junio de 2001 decide arrendar la casa de Miraflores, para que su pareja pueda vivir de nuevo con sus hijos.

Los continuos trastornos de personalidad del teniente además de su trabajo en Santiago, provocaron que la relación se enfriara, mientras Moenen y González profundizaban una amistad que nació desde el día en que arrendaron la propiedad.

A través de sus abogados, el ex teniente Gómez dilató el proceso y recién en 2008 tuvo su condena: 18 años de cárcel, que está pronto a cumplir.

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