Papapletos van por el reinado de las Chorrillanas

Valparaíso, Patrimonio de la Humanidad, no deja de sorprender. Es capital
cultural y dueña de una reconocida bohemia nocturna, con una infinidad de picadas y precios tan variopinta como sus cerros.
La diversión no para y los carreteros de siempre deben matar el hambre como sea, sobre todo cuando los "vampiros" están a mitad de camino entre la noche y el día.
Muchos comensales cuando están a punto de llegar a la inanición comienzan a "peregrinar" en plena madrugada por la subida Ecuador hasta el restorán "Aquí está la papa", cuna del Papapleto.
El bocado es muy parecido a un completo, pero la vienesa es reemplazada por un cerro de papas fritas y cubiertas -según el gusto del consumidor- con palta y chucrut.
Como en gustos no hay nada escrito, el Papapleto está a la altura de quienes disfrutan sumando carbohidratos.
LEYENDA
Cuenta la leyenda que hace 9 años un maestro de cocina, aburrido del típico tocomple, tenía las ganas de inventar algo, pero no sabía qué. Recordó que años atrás con un amigo comían harta chatarra, entonces tomó lo primero que tenía a mano: pan, papas fritas, tomates y palta y ¡ya está!... nació el famoso Papapleto.
Hector Bravo, dueño del restorán ¡Aquí está la Papa!, contó a La Cuarta que el genio de la idea fue su gran amigo Manolo. Recordó que cuando eran más cabritos ya comían el pan con papas fritas: "Yo trabajaba en la feria y le echaba uva al pan y me lo comía así. Cuando iba a ver al Manuel, él hacía las mejores papas fritas y me gustaba mucho ponérselas al pan, estoy seguro que de ahí sacó la idea".
Pero el genio hace años que no trabaja en el local y de seguro ni sabe lo cotizado que es su invento. De hecho en un día normal llegan a vender entre 200 y 300 papapletos, doblando y triplicando algunas noches a los completos normales.
Es tanto el furor que causa, que llegan de otros países preguntando por el pan con papitas.
"Los gringos no saben ni cómo pronunciarlo, pero le hacen chupete y piden de los gigantes que miden casi 30 centímetros se los tragan altiro", dice Bravo.
Añade que "al principio todos dicen guácala, sobre todo cuando llegan con el medio diente, pero después los cabros son clientes frecuentes".
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