Pasó de pasapelotas a dueño de local deportivo

"Partí trabajando como pasapelotas en los clubes de tenis, ahora tengo una empresa en la cual vendo 500 raquetas al mes y que tiene hasta página web", cuenta el empeñoso Antonio Carreño. A sus 26 años, es el dueño de la empresa Fulltenis, que ha surgido a punta de ñeque y muchísima fe en el Pulento, como buen evangélico.
Empezó a laburar a los diez años, como una forma de ayudar en la casa. Pasaba pelotas a los tenistas y les hacía mandados. Un día le pidieron que llevara a encordar una raqueta y como le gustó la pega, empezó a chambear como encordador.
A los 18 años, había juntado hartas monedas y se compró su propia encordadora. Pituteaba con ella los fines de semana.
Trabajó de sol a sol, pero por azares del destino, se quedó sin pega y se vio obligado a instalar en la calle, en la esquina de Quilín con Tobalaba, en Peñalolén. Pero los inspectores municipales lo echaban por no tener patente.
Hasta que el gerente de una isapre, quien vivía al frente, admiró su esfuerzo y le pasó el antejardín de su casa para que se pusiera con el negocio. Tan bien le fue, que ahora es dueño de la casa, tiene una sucursal y hasta página web.
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