Pedro Olivares se pegó tortazo y kinesióloga lo dejó peor con tratamiento, ¡Plop!

Andar arriba de un taxi da para todo. Las anécdotas se cuentan por millones y cada carrera guarda una historia especial. También hay tragedias que marcan por siempre la vida de los titanes. Ese es el caso de Pedro Olivares, quien bailó con la fea en las calles de Jaguarlandia.
A sus 54 añelis y con más de una década y media llevando a los santiaguinos a sus destinos, el jefe aprendió a tomarse la vida con agua mineral y a ser una ayuda para sus pasajeros. "Uno a veces debe ser medio sicólogo de la gente", asegura.
NEURA
Con tanto tiempo esquivando hoyos y cachando cómo se ha poblado de tocos el país, don Pedrito ha hecho un análisis sociológico de la fauna jaguar. Según el as del volante, "cada vez hay más neuróticos manejando" y eso es culpa "del mal sistema de transporte público".
Y como dice que se las sabe por libro, tiene la mano para arreglar la cosa: "El gobierno debiera mejorar el Transantiago y eliminar el impuesto a las bencinas para los taxis". Luego de cobrarles más a los particulares, "bajaríamos los precios, la gente dejaría el auto en casa y eliminaríamos los tacos". Como para postularlo a ministro, ¿onofre?
Pero bajo su aspecto sereno y reflexivo, se esconde un dramón de aquellos. Tras sufrir un tortazo, y producto de sucesivos condoros médicos, quedó cojinova.
DESGRACIA
Corría junio de 2001 e iba cabeceando de madrugada por la Panamericana rumbo a su palacete en Buin, cuando se fue de este mundo y chocó contra un camión. ¿Resultado? Despertó atrapado y cubierto de sangre en su auto aurinegro. Durante largos minutos gritó pidiendo ayuda, hasta que un loco atinó.
Pero lo peor recién empezaba, pues después de que lo llevaron al Hospital Barros Luco y el gancho que lo ayudó lo faenó con el taxímetro y la plata, don Pedro se agarró un estafilococo que lo dejó con la mansa inflamación en su cadera rota.
"Tenía siete costillas quebradas y me corté los ligamentos de la rodilla", recuerda.
-¿Y se recuperó?
- Después de estar bien, una kinesióloga se condoreó. Me hizo practicar en una bici y molió el hueso
- ¡Chuta! ¿Me imagino que le puso demanda?
- No, ya estaba entregado. Que fuera lo que Dios quisiera, nomás. Me sentía agradecido de estar vivo, pero igual por ese error se me recogió 10 centímetros la pierna
- ¿Cómo lo hizo para tirar p'arriba?
- Eso fue gracias a mi linda familia. Hicieron de todo por mí para juntar plata y pagar los costos de la operación. Se la jugaron, igual que mis colegas.
- ¿Y ahora qué se teje?
- Quiero ponerme prótesis. Mi familia tiene miedo, pero sé que me servirá.
Alfredo Jacques A.
Imperdibles
Lo último
21:13
19:58
19:56
19:07
18:10












