Ni en las canchas ni en la Sala Murano pueden dudar de la pólvora de Marcelo Salas. Pero el Matador también es humano, por si no lo sabía, y la Copa América se transformó en la gran deuda en su exitosa carrera de matarife, pues es el único campeonato donde nunca pudo perforar las redes.

El goleador histórico de la Roja (37) pudo cambiar la historia con un penal ante Uruguay en semifinales de Paraguay 1999, pero su tiro dio en el travesaño.