El que puede, puede. Es la consigna que tienen algunos para celebrar Navidad de una manera distinta, como Carlos Bustamante (45) (en las fotos) que no se le ocurrió nada más original que arrendar un Rolls-Royce donde subió al mismísimo Papá Noel para que llegara a su casa con los regalos.

Carlitos pagó sus buenas lucas por darse el gustito con un modelo Silver Spirit de 1985, para que sus broquitas y sobrinos vieran bajar a lo bacán al viejo de la barba blanca con sus regalitos. Los renos quedaron estacionados en alguna nube por un par de horas.

"Quisimos hacer algo distinto para celebrar el Bicentenario 2010. El chofer condujo hasta nuestro hogar y descendió el Viejito, que entregó juguetes a los niños", señaló feliz porque todo salió tiquitaca.

Juan Ignacio Godoy es un adulto joven de 37 primaveras que le ha ido de las mil maravillas en la vida. Este constructor civil tiene una serie de papús clásicos que los arrienda para gente que quiera llevar a la novia a un matricidio, a fiestas de quinceañeros o, en este caso, para trasladar en su interior a Santa, que llevó la "blanca Navidad" a una familia montado en una joyita de cuatro ruedas.

El dueño del doble R lleva sus buenos años con su empresa, junto a clientes que cotizan el auto semana tras semana haciendo más común este negocio de lo que la gallada piensa.

"Entre septiembre y abril los llamados no paran. Difícilmente hay un sábado que este auto o los otros no estén arrendados para matrimonios, cumpleaños o fiestas de graduación", soltó el emprendedor, que además es dueño de un imponente Chevrolet Impala del 59, de un Renault Caravelle del 64, de un Chevy Chicocola del 56, de un Lincoln, y de otros que se los pelean a menudo.

Uno de los privilegiados que ya arrendó el maquinón británico es Gerald Rogers, gerente general de Fenomaq y que relató la experiencia que sintió al estar en el interior de esta joyita: "Fue tremendo, te sientes inflado de raja porque todos te miran. Espero volver a ocuparlo de todas maneras, sería entretenido ir a un evento social o a un matrimonio".

El auto ha sido conducido muchas veces por su mismo dueño y sabe cómo reacciona la gente que está al interior.

"Las novias son las más felices, porque sentarse atrás es como estar en el living de tu casa (claro, porque estos tocomochos fueron diseñados para ser transportados de puerta a puerta con el máximo de comodidades, incluyendo chofer), tiene espacio suficiente para que el vestido no se arrugue y vaya muy cómoda".

Ya sabe, si le gustó la idea y quiere llegar a su evento en un lujoso automóvil clásico empiece a juntar monedas, porque con 200 lucrecias (o más según la fecha) puede arrendar éste o cualquiera de las joyas que este coleccionista tiene a disposición de la barra pop.