- ¿Qué le pasa, carita de tiburón, que lo veo tan triste?

- Es que casi atropello a mi suegra.

- ¡Oh! ¿Le fallaron los frenos?

- ¡No, el acelerador!

- Oiga, más respeto con la mamá de su esposa, por favor.

- Usted no la conoce a ella... no sabe todo lo que me ha hecho sufrir.

- ¿Aers? Cuando usted quiere estar solito con su señora, ¿quién se queda con los cabros chicos?

- Mi suegra...

- ¿Y cuando su guagua lloraba y lloraba y no había cómo pararla, a quién llamaba?

- A ella. Y le recetaba agüita de orégano.

- ¿Ve? Entonces este 17 de octubre tiene que puro agasajarla, porque es el Día de la Suegra.

- ¡Lo que faltaba!

- Sí, así que sáquele una tajadita al sueldo y cómprele un regalito.

- Unas pinzas le serán útiles. ¡Gracias por el dato!