Sicópata violó a gallina y la dejó con daño cerebral irreversible
Los gallos con más plumas del Ministerio Público de Parral formalizaron por "maltrato animal" a un humanoide identificado como C.L.S., acusado de sodomizar a dos jóvenes gallinas de la localidad de Las Camelias, comuna de Retiro.
Los hechos causaron indignación entre los vecinos de la población Padre Hurtado, donde vive el pervertido, ya que le habían cargado los dados al Chupacabras por la muerte de varias aves (patos, gansos y pavos) que, semanas antes, aparecieron en la localidad con el pico apuntando pa'l cielo y signos de abuso sexual, anal y bucal.
"Sospecho que fue él quien se echó un pato de mi comadre y mató la gallina en mi patio", dijo Remigio, uno de los criadores afectados.
CONDENADO
Según Jorge Aravena, fiscal de Parral, el 5 de febrero de 2007 la sobrina del imputado, alarmada por el jadeante cacareo de "Luciana", corrió hacia el fondo de su casa y vio que su tío, con los pantalones abajo, violaba a la plumífera en medio de un torbellino de plumas mientras gritaba: "¡Dime que me quieres, dime que amas!".
Tras preparar un pollo arvejado con la pobre víctima, la acongojada criadora denunció a la justicia a su pariente. En la ocasión, el Ministerio Público, luego de explicarle al peuco que esa no era forma de tratar a los animales domésticos, lo amenazó con las penas del infierno si mantenía sus bestiales prácticas.
REINCIDENTE
"Yo le recomendé burras, que al menos son de su tamaño, o sandías, que son todas una frescas, pero él hizo caso omiso a mis advertencias y el 22 de octubre reincidió", contó a La Cuarta un pariente del profanador de cazuelas.
Esta vez le tocó el turno a "Kenita", quien logró sobrevivir al atentado, pero quedó tetrapléjica y con daño cerebral irreversible.
El "sicópata de los gallineros" fue detenido por carabineros y entregado a la Fiscalía local, que decidió iniciar un Juicio Oral en su contra. el próximo 13 de febrero. El maíz con trigo arriesga una pena de 60 día de cana o una multa de 11 ingresos mensuales.
Durante los meses que permaneció libreta, C.L.S. estuvo en tratamiento siquiátrico, pero sus exámenes al cuesco no revelaron conductas patológicas. Esto podría sentar el precedente de que pololear, poncear o acostarse con una gallina, con o sin permiso del gallo, no sería una locura, sino que cuestión de gusto.
Producto de este hecho, las gallinas de Parral quedaron choqueadas y dejaron de poner huevos, razón por la cual los precios subieron en forma exorbitante.
P. Tapia / M.Vega
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