Tres hitos que hicieron temblar el gobierno de Aylwin

Pese a haber triunfado en las urnas y encabezar legítimamente el denominado “gobierno de la transición”, durante sus cuatro años de mandato, Patricio Aylwin debió lidiar con un aún empoderado Augusto Pinochet Ugarte, quien no dudó ni un instante en amenazar al incipiente gobierno mediante las Fuerzas Armadas, de las que aún era su Comandante en Jefe.
El foco de aquellos conflictos fue el denominado caso de los “Pinocheques”, un escándalo político que detonó en 1989 y que involucró directamente al dictador y su hijo homónimo.
Todo comenzó en 1984, cuando Augusto Pinochet Hiriart adquirió a través de un “palo blanco” una empresa metalúrgica que rebautizó como PSP. Tres años más tarde, PSP adquirió Valmoval, una empresa dedicada a la administración de fusiles que hasta entonces era administrada por el Ejército, y que recientemente se había declarado en quiebra.
Lo cuático, es que en 1989, y justo cuando se disponía a dejar la “presidencia”, el Ejército, a través de tres cheques firmados por el aún dictador Augusto Pinochet Ugarte, compró nuevamente Valmoval a través de 3 cheques por un monto cercano a los 3 millones de dólares, los que fueron a parar directamente al bolsillo de su hijo.
Tras la detonación del escándalo de los “Pinocheques”, los detractores de la Dictadura comenzaron a presionar por un proceso judicial, el que fue evitado a toda costa por el Ejército a través de dos movimientos militares.
El primero se desató el 19 de diciembre de 1990, luego que Pinochet ordenara un acuartelamiento de tropas que se extendió hasta altas horas de la noche, lo que no fue más que una clara medida de presión para que el gobierno de Aylwin ni iniciara acciones legales por el caso de los cheques, lo que finalmente no ocurrió.
Consultado por el movimiento, desde el Gobierno y las Fuerzas Armadas se dijo que el acuartelamiento nunca fue tal y que sólo se trató de un “ejercicio de alistamiento y enlace”, lo que sembró ene dudas en la prensa y la opinión pública.
Tres años más tarde (28 de mayo de 1993), y luego de que coincidentemente un matutino publicara sobre una supuesta reapertura del caso de los “Pinocheques”, el Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas ordenó una reunión de comandos en las cercanías del Palacio de La Moneda, donde los oficiales convocados se presentaron con tenidas de combate y sus respectivas boinas negras, adquiriendo el nombre “boinazo”. Nuevamente, el caso de los cheques firmados por Pinochet quedó en nada y se cerró sin culpables.
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