Triste ocaso de "Regalito", el enano estrella de Las Águilas Humanas
Sentado en la escalera del restorán "El Pingüino" de Chimbarongo, Héctor "Tito" Manuel Gonzalez Gonzalez (65), chileno, soltero, payaso jubilado y enano de nacimiento, ve pasar la vida en tricolor, como manda la celebración del "18".
También de tarde en tarde observa con amarga nostalgia los convoyes de los grandes circos que, capitaneados por el inefable Señor Corales, abandonan sus cuarteles de invierno para levantar las multicolores corolas de sus carpas en las principales ciudades del país.
González no ríe. Vive al tres y al cuatro con una pensión de 45 lucas, y aunque vivió la mayor parte de su vida haciendo reír al prójimo, hoy muy pocas veces encuentra alguna razón para ahogarse en carcajadas.
El "Tito" González que reía por un sueldo miserable fue conocido en todo Chile como el tony "Regalito", el payaso regalón del Circo Las Águilas Humanas. Pero eso quedó atrás y un día cualquiera la botella y las vueltas de la vida lo anclaron en Chimbarongo.
"Estuve dando jugo durante meses. Hasta que un día el propietario de este restorán, don Hugo Véliz, me recogió de la calle", relata el payasito en miniatura.
El micro-tony recuerda que llegó al circo en 1962. "Caí parado, por mi estatura, con Venturino, el propietario de Las Águilas Humanas. Los enanos siempre son bienvenidos al circo. Me bautizaron 'Regalito' y me lanzaron a la pista el 30 de agosto".
- ¿Qué recuerdas de tu vida bajo la carpa?
- ¡Buuuu!, puras tristezas, a pesar de que nuestra misión es hacer reír a grandes y niños, y nos pagaban un moco que no nos alcanzaba ni pa comer. Ganaba 250 pesos semanales, y eso que éramos internacionales. Hice giras por Argentina, Perú, Brasil y Bolivia. Son recuerdos inolvidables. Trabajé muchos años como el payaso "Regalito", y pegando carteles y perifoneando las funciones por las calles en una camioneta. Una vez, cuando iba montado sobre el motor, el cacharro dio un brinco y salí cagando por el aire. Casi me mato, pero el espectáculo tiene que continuar, así que al otro día, todo parchado, volví a las pistas y a la propaganda.
- ¿Recuerdas a algunos de tus compañeros?
- Sí, al Pato. Vive en Renca. Lo último que supe de él es que se había casado con una negra brasileña. Era un muy buen payaso y mi dupla en el circo.
- ¿Por qué te alejastes de la maroma?
- Porque se ganaba muy poco. Aunque usted no lo crea, la vida del payaso es muy triste.
Hugo Véliz, el caritativo propietario de "El Pingüino", dice sentirse contento de tener a "Regalito" en su casa.
"Este viejito es un orgullo. Da gusto hacer algo por uno de estos artistas que dan su vida por entretener a grandes y niños, y que un día los alcanza el infortunio y los encontramos por allí dando lástima y sin recibir ayuda de nadie.
-¿Algún mal chiste que recuerde el viejito?
- Él siempre recuerda una rutina en la que le ordenaban saltar una banca, y él intentaba asaltar un banco... je, je, je.
J. Pinto/M. Vega
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