El último vuelo de la primera piloto de guerra chilena

"Desde que yo me acuerdo quería volar (…) Según mi madre, yo decía avión antes que mamá". Margot Duhalde Sotomayor siempre la tuvo clara, su vida no podía ser convencional, planita.
Y cuando aún era una lolita tomó una arriesgada decisión: convertirse en piloto de aviones. Partía así una historia llena de aventuras, luchas y reconocimientos que ayer acabó cuando, a los 97 años, emprendió su último vuelo.
Nació en Río Bueno, en la Región de los Ríos, el 12 de diciembre de 1920, en el seno de una familia vasca. A los 16 años convenció a sus padres de dejarla partir a Santiago para aprender a volar.
A su llegada al Club Aéreo, mintió sobre su edad y ocultó su astigmatismo para ser aceptada en un mundo donde era extraño ver mujeres.
"Los hombres estaban convencidos de que ellos eran los únicos que podían hacer las cosas. Es que los criaron así, no es culpa de ellos tampoco. A nosotras las mujeres siempre nos miraron en menos y ahora, recientemente, se están dando cuenta que somos iguales o incluso mejores", dijo en una entrevista el año pasado.
Después de la negativa de los instructores chilenos, encontró en el francés César Copetta -que en 1910 se convirtió en el primer hombre en volar un avión en Chile- un amigo y padrino para lograr su objetivo.
Tras la ocupación de Francia por los nazis, el general Charles De Gaulle fundó en Inglaterra en 1940 la Francia Libre, un gobierno en el exilio que llamó a los franceses y sus descendientes a defender su patria del ataque de los nazis.
Con 20 años y apenas 50 horas de vuelo en el cuerpo, fue contratada por el Consulado de la Francia Libre en Santiago como sargento piloto, y luego se trasladó a Buenos Aires, donde tomó un barco hasta Inglaterra.
Y nuevamente luchó con el hecho de ser mujer y los prejuicios. Al llegar a la guerra fue destinada a cuidar enfermos y por algunos meses fue ayudante de mecánicos.
Tiempo despué fue incluida en la Royal Air Force de Inglaterra en la división de Air Transport Auxiliary (ATA), junto a otras 600 mujeres.
Su misión fue pilotar distintos aviones de combate entre los aeródromos ingleses para evitar que fueran destruidos por las fuerzas alemanas.
"Ella pilotó más de 1.500 aviones británicos y estadounidenses de todo tipo, aviones de combate, bombarderos, aviones de transporte y de entrenamiento", dice la Revista Histórica de las Fuerzas Armadas francesa en un artículo titulado "Mujeres y pilotos militares en la Fuerza Aérea".
Peligro de piloto
En la guerra, Duhalde tuvo que volar a ciegas sin radares y sortear enormes globos que las fuerzas inglesas colocaron a unos 5.000 pies de altura.
"Yo creo que corríamos peligro todos los días porque volábamos aviones que no conocíamos", rememora Duhalde en esta entrevista realizada en el hogar de funcionarias retiradas de las Fuerzas Armadas de Chile, donde vive.
A su mando tuvo decenas de tipos de aviones de combate, entre ellos el Spitfire, el icónico avión de combate británico, con los que sumó miles de horas de vuelo y una decena de accidentes que casi le cuestan la vida.
"Ahora me da miedo: cuando estoy durmiendo y no me puedo quedar dormida me acuerdo de alguno de los accidentes y me asusto", confesó hace un tiempo a la agencia AFP.
Sus actos le valieron el reconocimiento de Inglaterra, Francia y Chile. El mayor de estos fue la Legión de Honor que le entregó el gobierno francés.
Además, la mujer que se casó tres veces y tuvo un hijo fue la primera controladora aérea y de radares del país, piloto comercial y representante de un fabricante francés de aviones. Margot voló una aeronave por última vez en 2007.
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