Una supuesta epilepsia salvó de canazo a profesora que abusó de alumno

"Hay un alto riesgo de que María Eugenia Darrigrande cometa otros delitos similares. Ella ya abrió la puerta. Si no pudo parar en tres meses con un niño, ¿quién nos asegura que después podrá detenerse?", dijo categórica la fiscal Lorena Barudi, refiriéndose a la mujer que hace dos años mantuvo relaciones sexuales con un alumno de 12 años del Sexto "A" del colegio Santa Juliana, de Recoleta, del cual era profesora jefe.
La docente, de 41 años, fue condenada a 5 años de libertad vigilada -más 15 años sin poder ejercer su profesión ni trabajar con niños-, por lo que cumplirá su pena sin rejas de por medio. El tribunal le concedió este beneficio por considerar que actuó con imputabilidad disminuida, ya que el abuso ocurrió durante un episodio sicótico de su vida, provocado por una crisis aguda. Según el veredicto, la mujer padece trastornos de personalidad.
Sin embargo, la fiscal, quien presentará un recurso de nulidad para lograr una pena efectiva de cárcel, argumenta que "la siquiatra del Servicio Médico Legal, una especialista de mucha trayectoria, indica que ella no tiene ningún trastorno ni ningún problema siquiátrico. Sencillamente es una persona que abusó de un niño".
"Lo peligroso del fallo -indica Lorena Barudi- es que debido a una supuesta epilepsia, que tampoco fue comprobada, ahora cualquier persona que tenga esta enfermedad va a poder decir que es inimputable o imputable disminuida, y por lo tanto tiene licencia para hacer lo que quiera". Para ella, "Darrigrande es una persona sana que manipuló, mintió, dijo e hizo lo que quiso, de forma totalmente consciente".
UN VACÍO
La baja pena contra la pedagoga se fundamenta, principalmente, en que en la legislación chilena no existe la violación de una mujer a un hombre, lo que a juicio de la fiscalía es un vacío legal basado en "una concepción cultural machista".
"¿Qué hubiese pasado si el agresor hubiera sido un hombre? ¿Qué pasa si un profesor de 40 años mantiene relaciones sexuales por tres meses con una alumna de 12? El disvalor es el mismo, el abuso y el daño es el mismo", reclama la representante del Ministerio Público.
REGALOS
La comisaria Claudia Domínguez, jefa subrogante de la Brigada de Delitos Sexuales de la PDI, que trabajó en el caso, relata que a partir de agosto de 2007 la profesora comenzó a seducir al niño. Le regaló cosas, ganó su confianza y se aprovechó de que justo estaba en el inicio de su despertar sexual y tenía problemas familiares.
Darrigrande llegó a ver al menor como su pareja. Se obsesionó con él. Le mandaba mensajes de texto por celular y cuando él quiso terminar esta particular relación, ella lo manipuló diciéndole que estaba embarazada y se suicidaría si la dejaba. Tanta la presión que ejerció contra su víctima, que el pequeño trató de suicidarse y se cortó las venas en un brazo.
"Ella cambió su apariencia y su ropa, se arreglaba más cuando se juntaban, porque quería verse joven y atractiva", apunta la comisario Domínguez. A tanto llegó esta obsesión, que la maestra llegó a ponerse extensiones de pelo y, por celos, humilló frente a todos sus compañeros a una joven pretendiente de la víctima.
LOS VIERNES SE LO LLEVABA A SU DEPA
En el juicio por abusos sexuales reiterados contra María Eugenia Darrigrande Moreno, el Segundo Tribunal Oral en lo Penal de Santiago acreditó que la profesora se aprovechó de su alumno, en esa época de 12 años, entre septiembre y noviembre de 2007, instante en que el menor se vio obligado a contar la verdad por las insistentes preguntas de sus padres, quienes estaban inquietos por su supuesta "polola".
Al niño le sacaron el secreto a la fuerza, ya que lo mantenía en absoluta reserva. "La gran nobleza y lealtad del menor agredido se demuestra en que jamás se vanaglorió, jamás dijo: 'Me estoy acostando con la profe', 'soy un macho', nada. Es un niño que guardó silencio por mucho tiempo y nada se hubiera sabido si sus padres no lo presionaban", explicó la fiscal Barudi, quien aseguró que ninguno de los compañeros del pequeño se había enterado de la enfermiza relación.
Durante los tres meses de abusos, la maestra besaba y acariciaba al menor en las instalaciones del colegio de Recoleta, en avenida México 755, y mantenía relaciones sexuales con él en el departamento que tenía en calle Libertad 1290, comuna de Santiago (en la foto). El domicilio fue parte importante en las pruebas de veracidad del testimonio del alumno, ya que éste describió con lujo de detalles cómo era por dentro.
Cada viernes la profesora recogía al lolito en su automóvil en alguna esquina cercana al colegio, después que salían de clases, y se lo llevaba para su casa.
LUNARES
Otra pericia que confirmó que el menor agredido decía la verdad fue una precisa descripción que hizo de los lunares que la maestra tenía en las piernas. Primero, Darrigrande argumentó que su alumno la había mirado bajo la falda, pero las pruebas en su contra la obligaron a cambiar su declaración.
"Llegué a enamorarme de él, como de forma platónica", reconoció al final.
Pedro Robledo A.
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