Parecía el partido perfecto para el gran regreso. Después de enchufar un tiro libre que nació como centro, pero el Tati lo ayudó a convertirse en gol, Cristóbal Jorquera estaba tan feliz como aquel día en que el Bichi le abrió el refri de la familia gracias a la Dominique.

Pero la "malacué" le tenía reservada otra cita con la desgracia al tan esperado "10" del Colo. Porque en una jugada al picar muriendo el primer tiempo, otra vez sintió el pinchazo inconfundible del maldito desgarro, el cual lo podría mantener al margen al menos por tres semanas.

"Estoy demasiado bajoneado... el dolor es en la misma pierna", balbuceó. Y como uno es el mejor médico, el cabro no necesita que el doc le confirme la desgracia.

Tanto le costó encontrar a su "10" y por un maldito desgarro lo perdió de golpe. Ese es el panorama del "León" Astengo, quien ayer tras el choque frente a la UC, lamentó la maldita lesión del "Yernísimo".

"Es una lástima perder a un jugador de sus características, para nuestro funcionamineto es un hombre fundamental. Es una pena, pero tendremos que acostumbrarnos a jugar sin él", comentó el deté indígena, quien ante la emergencia tendrá que volver a confiar en el "Chucky" González, a quien Astengo igual le pone la fe. "Lo vi bien y creo que sabrá cumplir esa función".

POCHITO

Más allá de la lesión de Jorquera, el "León" se mostró felizcote con la respuesta que mostró su equipo, tras su manita de gato táctica.  "Variar el esquema táctico era arriesgado, creo que los jugadores respondieron muy bien, defensivamente estuvimos sólidos, salvo una serie de detalles como salidas a destiempo y descoordinaciones, pero es producto de que son jugadores que estaban adaptados a una función que era más de ir al ataque, en el caso de los laterales", remachó.

NA' QUE HACER CON EL "TIGRILLO"

No es por ser mala onda, pero el negrito John Jairo Castillo no tiene na' que hacer en el Colo. El colombiano es un fiasco, no tiene dedos pa'l piano y ayer lo volvió a demostrar en la ruca. Solo frente al arco intentó asegurar con derecha, pifió y la pelota la terminó despejando con la ñurda. Era el 4-1 y la lápida. Por su bien, ojalá el martes su condoro no termine penando.