Zandra Parisi: "Quiero que sientan miedo"
La medianoche del domingo una banda de delincuentes asaltó el hogar del matrimonio integrado por la educadora de párvulos Zandra Parisi y el oftalmólogo Marcelo Ramírez.
Amenazaron de muerte con sus armas a la dueña de casa y a sus hijos, y asesinaron la dignidad femenina de la mujer manoseándola y obligándola a pedir clemencia por su familia.
Tras sufrir lo indecible, Zandra decidió decir ¡basta! y en nombre de todas las víctimas de la violencia criminal que asuela el país, dio la cara y abrió su corazón ante La Cuarta.
"Quiero que estos delincuentes lleguen a sentir el mismo miedo que me hicieron sentir a mí. Que no se atrevan a salir de sus casas por temor, que no puedan tomar ninguna decisión propia del diario quehacer sin pensar que pueda ser lo último que hagan".
Eso porque cree que ellos, "al ingresar a mano armada a mi casa para violar el alma de mi familia, y destruir mi paz y mi tranquilidad, no tienen ningún derecho a gozar de ellas. Otra cosa sería mentir. Como no soy Dios, no tengo la facultad de perdonar y por ello no los voy a perdonar jamás. ¡Tendrán que ser castigados!".
-¿Justicia o afán de vengar el daño causado?
-No es una venganza. Es lo que cualquier ser humano consideraría lo justo y lo correcto. Es algo más que una compensación. El castigo no es un concepto en sí mismo. Es la resultante de una falta o de una agravio. Eso lo dice Dios, la sociedad y el estado de derecho. No exijo más que lo que ya está definido por la ley.
"Y si esto sirve para que de una vez por todas el resto de la gente que se ha visto afectada por la misma violencia criminal que mi familia, reaccione, ¡en hora buena! Que se pongan en el lugar que le corresponde y defienda sus derechos".
-¿Algo que pueda servir para ayudar en el proceso?
-No tengo nada contra Carabineros. Estoy muy agradecida de ellos, especialmente de los de La Reina, pero me gustaría que el fono 133 de Cenco sea algo más que una contestadora automática que te da un número para ponerse a la cola de los que necesitan auxilio. En Estados Unidos el 911 no funciona así.
-El asalto ocurrió el domingo. ¿Cómo se siente hoy?
-Salí a hacer diligencias, pero las hice aterrorizada. Anduve presa del pánico porque ellos me siguen robando después de llevarse las cosas de mi casa. Me han hurtado mi tranquilidad, mi felicidad, el estar con mi familia. Mi casa después del asalto me resulta extraña. Llamo a los jueces para que reflexionen el día en que ellos sean detenidos. ¡No sólo obren de acuerdo a la ley y a la ética que demanda su profesión! ¡Pónganse también en el lugar de las víctimas! ¡Del padre, que como mi marido fue golpeado, o de la madre, que como yo, fue manoseada por un extraño, y tuvo que observar a sus hijos con un revólver sobre sus cabezas!
Zandra recuerda y se quiebra: "No puedo entrar a mi dormitorio, porque veo a mi marido herido, ni a la sala de estar porque allí están mis niños bajo el cañón de sus armas".
Su mundo original está quebrado y no hay quién pueda juntar los pedazos.
Claudio Sanz S.
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