La mitad más uno de este país no podía creer lo que estaba viendo en el Municipal de Calama.

Lucas Barrios, el ídolo que regresó a casa, no era aquel que rompía redes por doquier el 2008.

Se le veía cansado, sin chispa y muchas veces perdido en el esquema que ensayó ayer Héctor Tapia ante su amigo y rival Miguel Riffo.

Sin embargo, Iquique no llegaba con peligro y si su hinchada tuvo algún "uuuuuuh" en el primer lapso fue más una exageración que peligro real. Fue así como llegó el minuto 28 y una pelota que quedó flotando en el aire, cayó como pluma donde estaba la "Pantera".

Era la apertura de la cuenta, pero el nacionalizado paraguayo pifió el remate y comenzó la farra. La misma que a los 38' continuó Damián Pérez desde una posición inmejorable.

Dos avisos que fueron interpretados por las huestes albas como un presagio de gol. Pero las cosas no cambiarían en el segundo tiempo y Lucas lo demostró a los 58', cuando cometió una falta innecesaria en el ataque e invalidó la carga y luego a los 68', donde intentó colocar al ángulo un remate que sólo necesitaba potencia.

Dos minutos después Riffo demostró que andaba más clarito que Tapia y mandó a la cancha a Raúl Becerra. El mismo que en la primera pelota que tocó develó todos los errores que la zaga del Cacique viene cometiendo (incluido el pésimo juego con los pies de Orión) y paró la pelota, se acomodó y remató para anotar en plena área chica.

Era el 1-0 que pudo ser igualado por Lucas a los 80', pero cabeceó a cualquier parte cuando estaba solo y a pasos del arco de Rodrigo Naranjo.

El empate provisorio de Juan Manuel Insaurralde (90') y el gol de Diego Fernández en el último minuto de descuento fueron el epílogo perfecto de un compromiso que pudo tener nombre y apellido, pero que por ahora anda perdido.