Ilia Topuria, una de las grandes promesas del Ultimate Fighting Championship (UFC) —empresa líder en el mundo de las artes marciales mixtas—, con un récord de trece victorias (10 de ellas en el primer round) y que todavía no conoce la derrota, fue el último invitado al programa El Hormiguero, donde conversó en profundidad sobre lo que implica una actividad como la suya.

El hispano-georgiano, por ejemplo, se explayó acerca de los miedos que le suponía subirse a un ring para pelear, o también sobre su riguroso entrenamiento. En ese apartado, reveló que “normalmente entreno dos horas por la mañana y dos horas por la tarde”. Consultado por lo que supone para él esta rutina, reconoció que “me da pereza, pero la pereza viaja tan despacio que la pobreza no tarda en alcanzarla”.

Sin embargo, para Topuria lo más exigente no es el entrenamiento sino la baja de peso antes de cada pelea. El peleador explicó que, el día anterior a su enfrentamiento, debe atravesar una verdadera tortura, pero es la única forma de recortar 10 o 12 kilos y llegar al límite de 66 que permite el peso pluma, su categoría.

“Es una dieta muy estricta en la que vamos quitando gramos de cada comida y en la última semana ya jugamos con la deshidratación”, señaló de entrada el aún invicto en la UFC.

¿Y en qué consiste esa deshidratación? “Es el infierno en la vida real. Te meten en una sauna o en una bañera de agua caliente cuando estás deshidratado. Ahí es donde me doy realmente cuenta de lo importante que es ese sueño para mí, porque da igual lo difícil que sea, que no me rindo. Y dejo de orinar porque estoy 24 horas sin beber y sin comer nada hasta el pesaje”.

Finalmente, en un “sincericidio”, Topuria admitió uno de sus mayores secretos para propiciar el efecto: “Cuando estoy deshidratado, tomo medio litro de vino porque el vino me deshidrata más y hace que se me quite el estrés y duerma perfectamente porque voy bastante pedo”, soltó entre risas.