Por Paulo QuinterosRichard Sandoval y su libro sobre La Copa Libertadores: “La plata chorrea y los dueños de los equipos son conformistas”
En su nuevo libro “La Copa Libertadores es mi obsesión”, el periodista explora la historia, evolución y pasión del torneo, reflexionando sobre el impacto del dinero, el fútbol chileno y la consagración de 1991.

En el corazón del fútbol, pocas competencias despiertan tanta pasión como la Copa Libertadores. Con más de seis décadas de historia, el torneo ha sido testigo de gestas inolvidables, rivalidades encendidas y relatos que van mucho más allá de lo deportivo.
Esa riqueza simbólica y cultural es la que el periodista Richard Sandoval aborda en su nuevo libro La Copa Libertadores es mi obsesión, una obra que reúne crónicas que exploran momentos clave del certamen continental desde su génesis hasta el presente.
Publicado por Editorial Debate, el libro repasa victorias históricas como la de Peñarol en 1966 o Colo Colo en 1991, pero también se adentra en los cambios estructurales del torneo.
Y en conversación con La Cuarta, Sandoval no solo abordó un poco de historia futbolística, sino que también sobre cómo el dinero lo cambió todo y la desigualdad que ha marcado las últimas décadas de competencia.

¿Fue en algún momento la Copa Libertadores mejor que la Champions League?
—Bueno, yo creo que en varios momentos la Copa Libertadores fue mejor que la Champions League.
Hay que partir diciendo que la Copa Libertadores es pionera en el mundo en cuanto a la organización de campeonatos entre campeones de diferentes países y en la época de los 60 era realmente un festival de estrellas. Los jugadores que representaban a equipos como el Santos con Pelé o todas las grandes figuras argentinas en River Plate, en Boca Juniors, para qué decir, las figuras de la selección uruguaya en Peñarol y así con cada uno de ellos.
Era un fútbol, el de los años 60 y 70 todavía, en que las grandes estrellas sudamericanas no partían rápido, incluso algunos no partían nunca al fútbol europeo como la única posibilidad de gloria. Y eso permitía que acá en Sudamérica tuviéramos partidos de fútbol e incluso finales que se jugaban en Chile que estarían a cualquier nivel del mejor fútbol. Que el mejor partido actual de la Champions League o el Mundial de Clubes.
Uno de los focos del libro es cómo ha cambiado el torneo a lo largo de las décadas. ¿El dinero lo arruinó todo?
—Sí, sin duda la Copa Libertadores está marcada por el impactante avance del negocio adentro del fútbol. Al inicio era una actividad mucho más centrada en lo social (...). Sin embargo, con el desarrollo del modelo de negocio de la FIFA, el sistema del dinero está en un lugar central.
En esa época eran mucho más parejos los planteles. Así es como nosotros vemos a una Unión Española que puede llegar a una final el año 75, Colo Colo el 73, la misma U de Chile en semifinales el año 70. Sin embargo, ahora se nos hace muy difícil imaginar en un equipo chileno que llega a la final de la Copa Libertadores.
Hace poquito estaba viendo una noticia que indicaba cómo se está reforzando para el segundo semestre Flamengo y es increíble ver que traen dos jugadores del Atlético de Madrid, otro que viene de un equipo inglés, jugadores de 25 años que perfectamente pueden estar en un equipo prime de Europa. Sin embargo, eligen venir a Sudamérica y finalmente a Brasil por la plata que ofrece. Entonces uno se pregunta: ¿cómo hacerle collera a un equipo brasileño? Hoy en día es muy difícil hacerle collera a un equipo brasileño.
También hay un desequilibrio en la distribución de cupos. ¿Qué pueden hacer los clubes que no son brasileños o argentinos?
—Bueno, las federaciones y los propietarios de los clubes tendrían que o rebelarse frente a esta situación. Sin embargo, se les ve cómodos. Yo creo que el negocio del fútbol está hecho de manera tal que a todos deja un poco cómodos. Por ejemplo, cuando un equipo chileno clasifica a una Copa Libertadores, se conforma con llegar a una fase previa y ahí va a agarrar plata de todas maneras. Y eso le va a permitir no invertir más plata para dar una buena pelea en la fase siguiente. Entonces está todo hecho finalmente para que nadie reclame.
La plata igual chorrea y como los dueños de los equipos son conformistas y no son gente conectada con la ambición de un hincha auténtico, se quedan tranquilos con aquello. Entonces yo creo que por eso no se iguala la cancha ni se va a igualar, porque el modelo funciona para las expectativas de todos, en definitiva.

En el capítulo de Colo Colo 91 te detienes en la figura de Leonel Herrera. ¿Se alinearon los astros ese año?
—Yo creo que los astros tenían una deuda pendiente con Chile y esa deuda se cumplió el año 91. Recordemos que antes de esa copa hubo finales de Colo Colo 73, la Unión Española el 75, ambas robadas por Independiente de Avellaneda. Y luego Cobreloa, que tiene dos presentaciones fabulosas frente a equipos increíbles como Peñarol y el mejor equipo del mundo que era el Flamengo del 82. Entonces, el destino tenía guardado ese premio para el fútbol chileno que se cumplió en el año 91.
Recordemos también, y esto me gustaría que se sepa porque poca gente lo sabe, la dirigencia del fútbol chileno fue bien ejemplar para la mitad del siglo. El fútbol chileno creó la Copa Libertadores, es un invento chileno, según lo reconoce la misma Conmebol en sus documentos oficiales.
Y bueno, el propio fútbol chileno se desarrolló a fines del siglo XIX e inicios del XX, a la par casi con lo que ocurrió en Argentina, Uruguay y Brasil, bien por delante del resto de los países. Entonces, Chile merecía esa gloria que alcanzó Colo Colo el año 91, donde además de tener muy buenos jugadores y un esfuerzo institucional bien relevante, llegó el revolucionario Mirko Jozić, que fue una especie de Marcelo Bielsa de los años 90, y de su mano se logró un funcionamiento que supo ser el mejor de América.
¿Puede volver a pasar? ¿Un equipo chileno puede pelear realmente la Copa hoy?
—Primero, los clubes tienen que tener ambición. Hoy en día los clubes chilenos no tienen ambición. O sea, no puede ser que comienzan el año y dicen “la meta es llegar a octavos”, “la meta es pasar la fase”. Esa mediocridad no se corresponde con la historia del fútbol chileno. Tiene que haber una ambición, porque esto también es importante.
Siempre en el fútbol va a haber excepciones. Aunque domine el dinero, aunque los brasileños ganen la Copa diez años seguidos, en algún momento va a haber una excepción y va a salir campeón un equipo que no pertenece a la élite. Y los equipos chilenos nunca deben renunciar al sueño de la Copa Libertadores. Entonces, esa es una tarea para quienes dirigen los equipos en la actualidad: que se comprometan con esa ilusión que es eterna también para quienes siguen sus camisetas.

¿Qué historia humana del libro crees que representa mejor el espíritu de la Libertadores?
—Bueno, para mí la esencia de lo que es la Copa Libertadores es las relaciones entre padres e hijos, que muestra el libro. En el capítulo de Colo Colo desarrollo bastante aquello. Y quizás el símbolo humano de la Copa Libertadores es la familia de Leonel Herrera. Centrándome en Leonel Herrera padre, por ejemplo. Una persona sencilla, austera, que representa tantos valores de un pasado que de repente se echa de menos, ¿no?
Cuando uno mira a los futbolistas actuales, que casi que botan la plata en fiestas, que son indisciplinados, y ves a Leonel Herrera padre y era como un padre de familia que educó a su hijo con valores tales que le permitieron a ese hijo luego cumplir con la deuda que dejó su papá de no haber podido levantar la copa. Entonces, esa historia familiar para mí representa la esencia del fútbol sudamericano. Que yo creo que ese espíritu todavía no se pierde. Que es el espíritu del deporte, del fútbol como una actividad humana sana.
¿Tienes alguna anécdota que encontraste durante la escritura y que te haya marcado especialmente?
—Sí, para mí es fascinante la historia de Atlético Nacional de Medellín. Todo el fútbol colombiano de los años 80. Cómo se metió el narcotráfico en el fútbol. Y cómo finalmente un título tan relevante para la historia de la copa como es el título del 89 de Nacional termina siendo eclipsado por la tragedia que significa la muerte de tres jugadores de su plantel. Todos en eventos en que el narcotráfico tuvo algo que ver o el tema de las apuestas, etc.
Entonces, ese capítulo se puede leer como una serie de Netflix, como una película. Tiene muchos elementos sociales, culturales, históricos. Y yo creo que es una buena lectura para cualquier amante de los libros.
¿Y un partido que represente la mística de la Copa?
—Sin duda, la final del 66. Peñarol, River, dos de los mejores equipos del mundo, en el Estadio Nacional, con un público respetuoso, en un Chile de otro tiempo. Y además con un desarrollo del partido de película. River iba ganando 2 a 0 hasta el segundo tiempo. Peñarol lo empata, van a la larga y lo gana 4 a 2. Y surge allí el apodo de “gallina” para River Plate por haber perdido ese partido.
Es un duelo memorable que se da en el Estadio Nacional y debe ser uno de los mejores partidos en la historia del fútbol. Y lo tuvimos acá, en nuestro Estadio Nacional.

El Estadio Nacional tiene un lugar central en el libro. ¿Qué representa para ti?
—Es tan importante que es uno de los tres estadios en donde más finales se han jugado en la historia de la Copa. Y es el estadio donde se iba a jugar la primera final del nuevo formato con final única, que comenzó hace poquito. Que es un formato, digamos, a la europea, como los partidos de la Champions League, que tienen una sede ciudad. Lamentablemente, esa final no se pudo jugar en Santiago de Chile porque fue el estallido social.
Entonces, esa es la importancia histórica del Estadio Nacional para la Copa Libertadores. Es, podríamos decir, la cuna de la Copa Libertadores. Ojalá que algún día podamos volver a usarlo para una final donde gane un equipo chileno.
Finalmente, ¿Crees que la Libertadores puede alcanzar alguna vez el mismo nivel de prestigio global que la Champions?
—Creo que sí. Creo que la Copa Libertadores, hasta el día de hoy, tiene un prestigio único en el mundo. Eso sí, se va a necesitar que las ligas de todos nuestros países se desarrollen a la altura, que se genere una competitividad real.
Y bueno, para eso las dirigencias van a tener que hacer algunos cambios. Cambios en el torneo, no sé si será posible de repente hacer algo como un fair play financiero, para que sea más competitiva la Copa. Porque hoy en día, insistir, el tema de los brasileños: son muy superiores. Pero el prestigio de la Copa yo creo que está intacto, el talento de los jugadores sudamericanos también.
Entonces, en algún momento yo creo que debiese desarrollarse de manera tal el fútbol sudamericano a nivel de clubes, para conservar a sus jugadores más tiempo. Que no se vayan como materia prima a los 17 años. Y eso puede poner en un lugar a la Copa Libertadores tan vistoso como el de la Champions League.

“La Copa Libertadores es mi obsesión” es publicado por Editorial Debate y ya está disponible en librerías.
El libro reúne siete crónicas que van desde la final de Peñarol en 1966 hasta los desafíos que enfrenta el fútbol sudamericano en la actualidad, pasando por la histórica hazaña de Colo Colo en 1991
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