Así fue la historia más pelusona del Tío Emilio en Japón

Anque fue hace un tiempo ya, Emilio Sutherland no puede olvidar su viaje a Japón en el año 1987. “Fue una cosa impresionante, es que el pueblo japones es extremadamente organizado, por lo que contrasta mucho con el sudamericano”.
El compipa se fue en los años 80 por estudios en un intercambio con el Centro de Prensa Extranjera de Japón, en que varios muchachos sudamericanos fueron llevados, entre los que se encontraban mexicanos, argentinos, y un brasileño, "que era el más bueno para el leseo", recuerda el Tío Emilio.
Este grupito de periodistas hizo de las suyas allato, es cosa de imaginar las que se mandaron siendo jóvenes y buenos para el web... como todos los ágiles. "Allá es tanto lo que están centrados en la perfección, que nosotros hacíamos una maldad. Justo en esos cruces donde hay millones de personas esperando, nos poníamos en frente y mientras la luz seguía en rojo, esperábamos a que no viniera ningún auto y cruzábamos, y como se mueven todo juntos, los japoneses nos seguían. Cuando se daban cuenta de que no era verdad que podían pasar se volvían locos, nos gritaban de todo e incluso había algunos que se devolvían corriendo (risas), que buenos recuerdos", dice tras rebobinar.
Pero no todo fue jarana en esta excursión de Sutherland, pues entre las cosas que le tocó ver fue el museo de Nagasaki. "Ir a ese lugar fue una cosa muy fuerte, porque se mostraban imágenes cruentas. Había un montón de relojes y cosas derretidas y videos que mostraban el momento en que sucedió. Yo creo que en ninguna parte del mundo se muestran por lo fuertes que son", recuerda el hombre que agarra a los pillos "En su Propia Trampa".
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