Las fanáticas de Justin Bieber de verdura se hacen llamar "Beliebers". A sólo horas del concierto en el Nacional, han demostrado que no perdonan a nadie y que arrasan con todo. Ni siquiera les importa llegar al show reventadas y con las medias ojeras por las vigilias dedicadas al ídolo.

"¡¡Queremos a Justin!!, ¡¡Queremos a Justin!!" clamaban ayer desde tempranito una cincuentena de lolitas en Aerocardal, sector cercano al aeropuerto donde llegan los vuelos privados. Un griterío bíblico en espera de que el canadiense pisara por fin suelo nacional. Es que en Chile se está viviendo un verdadero festival de frenillos y aullidos quinceañeros, nunca antes visto.

"Pasé toda la noche aquí, muerta de frío. Dormí media hora porque no daba más", comenta Valery de tan sólo 13 años, a quien le prestaron un cubrecamas pa' capear la helada matinal.

Y desde regiones también han aparecido varias loquillas. La fanaticada viñamarina se hizo presente arrendando un bus por tres días para pasarlo chancho en nombre del espinilludo. "Son pocas niñas, 12 más dos mamás. Todas duermen arriba del bus (...) Son bulliciosas, no comen nada y son súper sacrificadas", detalló sorprendido el chofer de la máquina, Adolfo Cataldo.

Incluso, a pesar de que la productora del evento publicara que Bieber recién llegará hoy, varias seguidoras estaban dispuestas a mantener el aguante. "Todo el esfuerzo que estamos haciendo por Justin va a valer la pena porque con tan solo verlo estaremos felices", explicó María José Farías (15).

La epidemia Bieber se ha propagado por todo Chago, a la espera de que abran las rejas del Estadio Nacional varios cabros han convertido el coliseo deportivo en un verdadero camping. Ayer por la tarde había más de doce carpas en honor al petiso.

Para rematar, el refinado Hotel W no se salvó del azote de las "Beliebers" ya que miles armaron trinchera, haciendo que Carabineros agarrara vuelo y llevara a más de una a dar una vuelta.

Al cierre de esta edición el cantante había escrito en su Twitter que "Chile es hermoso", dando a entender que ya había llegado al terruño.