Daniel Pinto se pone como una se lo pida. De lado, de frente, mirada cachonda, camisa abierta, pantalón pitillo, cuello estirado. Posa como modelo y eso que jura que es la primera vez que se somete a una sesión.

"Todo esto es nuevo para mí. Soy un ratón de oficina", se excusa el ingeniero comercial, avecindado en la farándula desde que flechó a Adriana Barrientos en el reality de TVUC "1910". Antes de entrar a la tele -recuerda- sólo tuvo dos pololas. Una "escasez" que tras el encierro se transformó en abundancia. Sus mediáticos ponceos le valieron un sinfín de idas y venidas con la "Leona" Adriana, y el término "definitivo" hasta por lo menos el cierre de esta entrevista. "No me puedo quejar, soy un tipo con buen humor y a las mujeres les gusta", dice a La Cuarta Espectacular.

Es pretencioso, trapero y fanático de la moda. Tanto que tiene más de 40 pares de zapatillas, un saco de accesorios y sus cuantas docenas de ternos pintosos. "Soy de ir de compras, llegar a las cuatro de la mañana y poner Fashion TV, ver el desfile de Victoria's Secret", cuenta.

- Mmm, un galán de patitas a cabeza, eh.

- La dura es que toda mi vida he sido pintamonos y florerito. Entonces, más que galán soy eso, florerito.

- Y muy sociable con las féminas, se dice.

- Ah, jajajá, son tonteras... Tengo amigas de antes, ahora estoy conociendo gente y obviamente soy más conocido que antes del reality.

- Si no hubieras ponceado con la Barrientos, ¿gozarías de algo de fama?

- No, de ninguna manera. Para qué estamos con cosas, si no hubiese pololeado con ella hubiera pasado sin pena ni gloria por ese reality.

- Pensando mal, se podría decir que te colgaste de ella.

- Claramente no estuve con ella por eso. Fue porque la quería y la quiero mucho. Adriana fue una etapa hermosa en mi vida, la relación más linda de toda mi vida.

- Pero se han descuerado por el twitter...

- Los trapos sucios se lavan en casa. Quedamos en la mejor de las ondas, te juro. Ahora estoy enfocado en mis pegas. Me encanta generar cosas, lo paso muy bien haciendo eventos. Sé que la gente se va aburrir de mí pronto. No tengo ninguna gracia, no soy artista.