"Hot Girls Wanted" muestra el lado amargo del porno

El porno en la web es más visto que los videítos de Kramer. Y ante tanta devoción, ha agarrado vuelo la industria del semi porno en Miami, donde cualquiera puede ser una diosa de los gemidos. La bambalina de ese mundillo muestra el documental de Netflix, "Hot Girls Wanted", donde la platita puede ser harta, pero la pega bien ingrata si lo que se busca es el dinero fácil y pura fama.
En 84 minutos vemos el esfuerzo de distintas jovencitas de clase trabajadora por lograr al estrellato. Cinco horas sudando en el laburo las chiquillas pueden embolsarse 900 dólares (más de $500 luquitas), filmando de 3 a 5 escenas por semana. Lucas que a cualquiera le caerían del cielo, pero que se hacen pesada ya que el vil billullo no compensa bancarse estar atadas o fingir que les hierven las hormonas por veteranos a quienes no les darían la pasada fuera de la pega.
De pasadita, "Hot Girls..." mata el mito de que todas las actrices son gozosas, ya que la mayoría ve el tema como simple actuación y tiene ene atados en sus relaciones personales.
La vida útil de las chicocas en este tipo de pegas es bien ingrata. En el mejor de los casos pueden durar un año si aprende bien el oficio. Sino, pueder ser de 3 a 6 meses siendo optimistas o 3 bastan para que la lolita vuelva a su casa y eche al olvido los sueños de ser "pornostar".
Uno de los momentos más cuáticos es cuando Stella May (19) le cuenta a su mami sobre su laburo en la industria, diciendo que no toma anticonceptivos, pero que les hacen un chequeo médico para ver que no agarren ningun bicharraco. Un documental que hace reflexionar sobre una industria que muchas aseguran denigra a las mujeres.
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