Glamorama

CRITICA: Pituca enferma de cuica y repetida, pero con encanto

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Pituca sin Lucas parte de una idea que se repite desde el principio de la historia de las teleseries: el del hombre humilde pero encantador y galán que conquista a la mujer de clase alta. Los mundos opuestos que se atraen. Lo mismo que en La Dama y el Vagabundo, Titatic o El Amor Lo Manejo Yo, la telenovela que actualmente emite TVN.

La primera teleserie de la nueva Area Dramática de Mega se estrenó anoche y arrasó, destruyendo a cualquier competencia. Obtuvo 32 puntos de rating promedio online y peak de 34, gracias a la estrategia de programarla entre los fenómenos turcos Las Mil y Una Noches y Fatmagul.

Pituca sin Lucas es una oda a los lugares comunes. Todo se ha visto antes. Los personajes son estereotipos. Pero la teleserie tiene factura impecable, oficio y talento. Es una apuesta que nació de la nada. En menos de un año María Eugenia Rencoret, la jefa, lo hizo todo. Reunió productores, director, guionista, actores, camarógrafos; un equipo completo y destacado. Creó un guión y personajes y levantó una historia al mismo nivel que las de TVN, Canal 13 o cualquier estación chilena.

El primer capítulo fue veloz y entretenido. “Manuel Gallardo” es Alvaro Rudolphy en su faceta más atractiva, la del soltero bonachón, atractivo, chistoso, simpático. Se saca la mugre trabajando en el Terminal Pesquero Metropolitano para sostener a sus cuatro hijos. Es comunista y líder sindical y su mujer murió de cáncer.

Paola Volpato demuestra la gran actriz que es interpretando a “Tichi Achondo de Risopatrón”, enferma de cuica, educada en colegio de monjas, con collar y arito de perla y caserón en La Dehesa, aunque muy cómica y humana. Tichi sufre lo mismo que hartas esposas de empresarios. Su marido huyó luego de una monumental estafa y la dejó sola con sus tres hijas.

A Tichi le remataron todo y tuvo que vender el auto de su hija mayor para comprar nuevos muebles y arrendar una casa en un barrio mucho más popular, donde, por primera vez en su vida, deberá aperrar.

“¿Ahora somos pobres?”, pregunta la niñita “Piedad”, la menor de las hijas Risopatrón, a su abuela “Lita”. Y Lita, que es una señora más cuica y clasista aún que Tichi, responde: “Clase media, que es mucho peor”.

Obviamente que, por esas cosas del destino, las familia Gallardo y Risopatrón se verán obligadas a convivir, porque quedan como vecinos en casas pareadas. De ahí que los estilos de vida opuestos se enfrenten y atraigan.

Pituca Sin Lucas tiene un talentoso elenco. De Rudolphy y Volpato no hay nada que decir. Además, hay personajes que enganchan, como el estudiante encantador de Augusto Schuster, la abuela “Lita” de Gabriela Hernández, o la hija adolescente llena de sabiduría personificada por Mariana Di Girólamo. También hay otros roles detestables, como el “Enrie-André” de Otilio Castro, la caricatura de un gay a nivel Morandé con Compañía.

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