La lucha de Alvaro Ballero por volver con su esposa: la apoya en todo, cuida a los niños mientras ella trabaja y buscó ayuda con especialistas

“Haciendo por primera vez comida para el colegio de los niños. A veces más para los tercos como yo”, escribe Alvaro Ballero en una de sus últimas stories, junto a una foto de unos nuggets en el horno. Una imagen que retrata a la perfección en lo que está centrado: recuperar a su esposa, Ludmila Ksenofontova, y volver al hogar junto a la bailarina y sus niños.
Esta semana el matrimonio anunció su separación a 17 años de su boda por el civil y cuatro hijos. Según el reporteo de Glamorama con cercanos a la pareja, tras un período de diversas dificultades de tipo económico y personales, ella le manifestó a su marido que ya no lo amaba y le pidió que se fuera -AQUI, LA CRONICA DE LA CRISIS-.
Fue un balde de agua fría que dejó a Ballero enfrentado a uno de los escenarios que más dolor le han causado en sus 43 años.
Pero no bajó los brazos. En el círculo de amistades de él y su mujer aseguran que, para el ganador de Protagonistas de la Fama, “el matrimonio de verdad es para siempre”. Atestiguan que ama a su esposa como el primer día, cuando se enamoraron sobre la pista del estelar Estrellas en el Hielo, y que ya emprendió un camino para resolver sus temas de tipo personal y tratar de regresar con Ksenofontova.
El profesional del marketing y la publicidad fue el primero en asumir su parte en el quiebre. Durante los años que siguieron a su despido de Canal 13, donde ocupaba un puesto gerencial, la presión y el estrés de buscar un trabajo que le permitiera cumplir con sus responsabilidades, junto con los retos de una familia con cuatro niños, lo convirtieron en una persona ensimismada, muy bajoneada, y despreocupó su rol de pareja.
Para salir de ese estado, las mismas fuentes cuentan que comenzó una terapia. Su enfoque está centrado en su rol de esposo y padre. Su familia es su centro. Y mientras Ballero ocupa un puesto gerencial en una empresa relacionada con lo inmobiliario, apoya en todo a su mujer -siguen casados legalmente-.
A Ksenofontova le ofrecieron trabajar como bailarina, su pasión, en un circo de patinaje sobre hielo que realiza funciones en Santiago. Su esposo estuvo de acuerdo de manera total y se encarga de volver al que era su hogar para cuidar a sus hijos hasta que Ludmila vuelve, a eso de la medianoche. Y la recibe con los brazos abiertos.
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