Cuando Ludmila Ksenofontova, la esposa de Alvaro Ballero, le dijo que ya no lo amaba y que por favor abandonara el departamento, a él se le cayó el mundo.

Según el reporteo de Glamorama con cercanos a la pareja, a pesar de todas las dificultades y problemas que el profesional y la bailarina rusa enfrentaron en los últimos años, él estaba dispuesto a seguir luchando por su matrimonio. Y continúa haciéndolo. Porque, para Ballero, ese vínculo con Ludmila de verdad es para siempre. Y tras el balde agua fría que significó la decisión que tomó Ludmila, busca recuperar a su esposa.

Los Ballero / Ksenofontova eran de esas familias cuyas postales en Instagram suman likes y parabienes. El primer chico reality chileno en conquistar fama y recursos transmutó, a punta de estudio y tenacidad, en un experto en publicidad y marketing. En 2018 llegó a ocupar un puesto de gerente y director creativo en Canal 13, donde creó Trecelab, un laboratorio de contenidos ligado al área comercial de la estación.

El ex ganador de Protagonistas de la Fama gozaba de un sueldo que le permitió comprar su primer departamento, el lugar de sus sueños, que adornó con ilustraciones de Al Pacino y Robert De Niro, entre otras piezas. Pero en 2022 lo despidieron y la búsqueda de un nuevo trabajo, ojalá a la altura del anterior, se complicó. Ballero golpeó puertas. Hace año y medio fue nombrado gerente de un empresa del sector inmobiliario, y siguió de pie en el intento de cumplir como padre, esposo y principal proveedor.

Los recursos se agotaron y la pareja enfrentó la acumulación de deudas, aparte de problemas que surgen en la crianza de cuatro hijos. El estrés de toda esa carga comenzó a manifestarse en un Ballero ensimismado, presa de las preocupaciones, muy bajoneado. Superado por los deberes, fue descuidando su relación, su papel como pareja.

El departamento soñado debió ser vendido para pagar las obligaciones que no habían cumplido. La familia sacó sus cosas y se fue a un lugar arrendado. A pesar de los golpes, Ballero seguían en la pelea por su matrimonio. Hasta que su mujer le dijo no más y le pidió que se fuera. Y él, con el dolor del alma, acató.