“Lo que más me quebró y dolió fue ver sufrir a mi hija por el abandono de sus hermanos”, “(Claudia di Girolamo y Raffaella) los manipulaban en todo”: María José Prieto lamenta el actuar de los actores Antonio y Pedro Campos

“Lo que más me quebró y me dolió fue ver sufrir a mi hija por el abandono de sus hermanos”, manifiesta María José Prieto siempre con la voz cortada por la pena y dejando escapar los sollozos al recordar el año y medio en que sufrió cancelación, rechazo, pérdida de trabajos y mucho dolor por la denuncia de Raffaella di Girolamo en contra de Cristián Campos.
La terapeuta sexual de 47 años, representada por la Fundación para la Confianza, se querelló por abuso sexual infantil en contra del actor de 69, con quien convivió siendo niña y adolescente cuando el intérprete estuvo casado con la actriz Claudia di Girolamo, madre de la psicóloga.
La fundación, antes de avisar a nadie, sorprendió a Campos y todo el mundo, anunciando la querella. Los di Girolamo, incluida Claudia, su hija Raffaella y sus dos hijos con Campos -los también actores Antonio y Pedro, este último protagonista de teleseries de Mega-, hicieron pública una carta apoyando a la terapeuta y condenando al padre sin siquiera comenzar el proceso legal. Chileactores, entidad de la cual Campos es fundador, también replicó la carta de los Di Girolamo.
Campos y su esposa fueron vivieron una pesadilla. Además, tuvieron que vender cosas para comer, vivir y pagar abogados -Raffaella di Girolamo no tuvo que pagar. La fundación la representó-. Y en las últimas semanas las Cortes de Apelaciones y Suprema sobreseyeron de manera definitiva y total al actor, dictaminando que la documentación y pruebas de la denunciante no lograron comprobar los hechos que acusan.
Prieto había hablado con Glamorama en mayo, y ahora en Podemos Hablar contó el dolor que le causaron a ella y su hija de trece años los hermanos Pedro y Antonio Campos:
“Eso ha sido devastador. Menos mal que ya habíamos hablado del tema de mi abuso, y ella no lograba entender. No logra entender hasta hoy cómo sus hermanos pueden pensar que su papá puede hacer una cosa así. Eso me lo dijo ella. Esas fueron sus palabras.
“Tampoco logro entenderlo. Yo viví con ellos mucho tiempos. Cuando con Cristián nos conocimos y empezamos a pololear, lo primero que hizo fue presentarme a sus hijos. Y me llamó la atención que siempre su hermana y su mamá tenían un poder sobre ellos muy inusual, los manipulaban en todo. En los quehaceres. Nacieron los mellizos, los hijos de Raffaella, y tenían a Pedro de baby sitter siempre.
“Invitamos al Antonio para la pandemia para que se fuera a Tunquén con nosotros, y él ‘no. Es que tengo que cuidar al perro de Raffaella’. El Pedro se fue con nosotros para la pandemia y fue precioso, porque ahí creó un vínculo con la Julieta...
“Veraneábamos siempre juntos. Ese siempre era un punto de desencuentro con Cristián, porque estaba siempre con sus hijos. Cristián lo primero que es, es papá y mamá. Entonces Cristián siempre, todos los fines de semana, todos. Tanto así, que apenas pudieron, se fueron a vivir con Cristián. No quisieron vivir con Claudia y y su hermana y se fueron a vivir con Cristián durante muchos años. Los mima mucho.
“Fue triste porque ellos se enteraron por una carta de la denunciante, porque ellos por supuesto que nunca vieron nada. No fueron testigos presenciales como lo quiso poner (el abogado) Hermosilla. Nunca vieron nada, ninguna actitud rara de Cristián con ninguna de sus primas, sus mujeres, sus pololas, nada. Cristián siempre ha sido un hombre intachable.
“Se enteran por esta carta, que curiosamente escribe con dos psicólogos más. ¿Para qué necesitas escribir una carta con dos psicólogos más si es para tu hermano?. Y les entrega esta carta para Navidad, elije la fecha perfecta. Y ahí, cuando leen esta carta, sus hermanos no llegan a la Navidad de Julieta, porque después de la Navidad Di Girolamo se van a la Navidad Campos, y dejan a su hermana de trece años esperándolos. Nosotros no entendíamos nada.
“Y luego los hijos de Cristián lo llaman y lo encaran. Ni siquiera le preguntan a propósito de la carta. Cristián los manda a la punta del cerro. Y en ese momento ellos no son capaces tampoco, al igual que Raffaella y la madre de la denunciante, de decirme ‘nos enteramos por una carta de mi hermana que mi papá abusó de ella. Así es que, por favor cuida a mi hermanita que tiene treces años, la misma edad que supuestamente había pasado el abuso con esta señora. Y ellos sabían que yo había sido abusada.
“Y desde ese momento empiezan a tener terapia con el mismo coach, terapeuta, psicólogo, que Raffaella”.
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