Pedro Engel, el famoso astrólogo amigo de Pancha Merino, siempre dice que el amor, el de verdad, no es tratar de cambiar a la pareja, sino que aceptar y querer tal cual. Y la actriz lo hizo durante los más de seis años que duró el noviazgo con Andrea Marocchino, de 45. Hasta que ya no se pudo más.

Hace unas semanas la figura de la televisión y el emprendedor italiano se separaron. Merino tenía claro un proyecto de vida y Marocchino no tanto.

Según el reporteo de Glamorama entre cercanos al rostro de teleseries clásicas como Adrenalina o Cerro Alegre, para ella su plan a futuro era vivir sus 50 y 60 con una familia consolidada junto a sus tres hijos y Andrea. Mientras que entre las prioridades de él, las amistades tienen una gran importancia.

Desde joven, y a pesar del éxito y la fama, la intérprete prefería una junta en la casa antes que un carrete en el local de moda. Si le daban a elegir entre una velada en la calidez de su hogar versus una noche loca con el grupete, se quedaba con la primera opción, sin ninguna duda.

Entonces, en 2019, y tras la separación de su primer marido, apareció Andrea. Se encontraron y engancharon en el ambiente de él: en un evento.

El flechazo fue fulminante. Pronto formaron un hogar con los tres hijos de ella, fruto de su primer y único matrimonio.

El emprendedor de negocios, afirman quienes lo conocen, es un caballero en todo el sentido de la palabra. Sus cualidades no solo le ganaron el corazón de la actriz de 52 años, sino que también el de sus hijos, especialmente el de Dominic, de 21 años, que lo adora.

Merino llevo bien el perfil de su pololo, un hombre súper sociable que le gusta recibir y salir a reunirse con el grupo de amistades de variados ámbitos. Para una mujer cuyo panorama ideal es comer una pizza mirando tele, el preparar la casa para agasajar a los invitados de manera constante; o las noches de espera a que Marocchino llegara, fue un desafío que supo enfrentar.

Pero con el tiempo esa dinámica comenzó a desgastar el noviazgo. Pancha comenzó a aburrirse de las salidas no solo durante las fines de semana. El asunto se hizo tema. Hubo problema por eso, discusiones, algún quiebre temporal.

Las soluciones duraron un tiempo, pero se agravaron con la aparición de amigos cincuentones solteros en busca de mujeres menores que ellos, en especial veinteañeras “y no precisamente del Villa María” -como describen de manera irónica cercanos a Merino- y cuyo lugar preferido es el Bardot, restaurante y disco en Las Condes.

Esos amigos “tóxicos” o “nefastos”, como llaman en el entorno de la panelista del late Tal Cual nunca miraron con buenos ojos el espíritu hogareño de la intérprete. Comenzaron a sacarle en cara a Marocchino que su pareja supuestamente lo tenía “encerrado”. La situación se hizo insostenible. Hasta que Merino dio un punto final y liberó a Andrea, para que sea feliz como él quiera.