Después cachar que los polis no estaban en forma, que el flaiterío asaltante se hacía el pino con la gente trabajadora y que los tribunales dejaran libretas a los cumejas que “cuelgan” inocentes, un británico de “entre 25 y 50 años” decidió tomar el toro por los cuernos y convertirse en un justiciero o “vigilante” como le llaman los que parlan en “inglish”.

Esa onda. ¿Cuál onda? El compadre, que opera en el barrio de Bromley, en Londres, se autodenomina “La Sombra” y surge de la nada justito cuando los malos están asaltando a hombres y mujeres cuando salen de las pegas.

El machucado -que cubre su rostro con una bufanda, viste pantalones militares y anda con camiseta- ya tiene tres años dándoles patadas en el hoci, combos en la guata, fracturándoles brazos y espantando antisociales.

Y tal labor tiene con las tripas sueltas y yendo al baño a los delincuentes, que están pensando recurrir a un “Patrón del Mal” que los ayude o contratar abogados para que la poli cumpla su deber y atrape al “superhéroe” que no los deja ganarse el pan podridamente.

Tanta es la fama del sujeto, que el diario London Evening Standard logró entrevistarlo bajo condición de anonimato y de chequear información que sólo el enmascarado podría tener.

Y lanzó frases para el bronce: “Me harté de ver el crimen en las noticias y en los periódicos con rara vez alguien dispuesto a intervenir y ayudar a las personas que lo necesitan”, afirmó “La Sombra”, quien dijo odiar el apodo pop de “El Batman de Bromley” al tiempo que prefirió ser llamado como su héroe de historietas juveniles: “La Sombra”.

Para cerrar, el hombrón de 1,85 y experto en artes marciales soltó: “Sólo quiero hacer una diferencia y dejar este mundo un poco mejor para las generaciones más jóvenes a heredar”.