Dos amigos planificaron un macabro plan que, desgraciadamente, lograron concretar en la ciudad de Coronel Oviedo, en Paraguay.

Se trata de un joven de 17 años (pololo de la víctima) y su mejor amiga Mikahella (19), quienes intercambiaron mensajes vía WhatsApp, clave para la investigación del asesinato de María Fernanda Benítez, de apenas 17 primaveras.

Detalles del caso

De acuerdo a la indagatoria, desde fines de abril que ambos cómplices comenzaron a hablar a través de la aplicación con el fin de preparar cada detalle del crimen.

El adolescente estaba decidido: no quería ser padre y necesitaba que María Fernanda se realizara un aborto. Incluso quería que ésta fuera a una clínica clandestina.

Para el 22 de mayo, el embarazo ya estaba confirmado y eso desesperó al imputado. “¿Y si la mato a ella y la entierro en el terreno de al lado? Porque ella a toda costa quiere tener (al bebé)”, le escribió a su amiga.

Mikahella le respondió: “Si agarras una jeringa y le inyectas un poco de aire en una de las venas arterias principales muere después de un tiempito”.

“Voy a hacer nomás ya lo del aire, porque no sé de dónde voy a sacar tanta plata para hacer todas esas cosas. Le voy a traer en casa y le voy a dar clonacepan y le voy a inyectar el aire”, replicó el acusado del homicidio.

Entonces llegó el día: corría fines de mayo cuando María Fernanda salió de su casa y nunca más volvió. Sus familiares la buscaron durante cuatro días hasta que, finalmente, la hallaron sin vida.

Sus restos estaban calcinados en un sitio abandonado, frente a la casa del presunto autor. El médico forense indicó que habría fallecido por inhalación del humo.

“Tenemos algunos elementos que nos hacen sospechar que murió por intoxicación por monóxido de carbono. Todavía no tenemos algunos resultados, hasta ahora sólo tenemos las características externas. Hasta que no tengamos no vamos a tener clara la causa de muerte”, precisó el experto.

Seis imputados

Según la investigación, María Fernanda Benítez habría sido estrangulada por su pareja y posteriormente trasladada inconsciente en una carretilla hasta el lugar donde fue incinerada, aún con vida.

Hasta hora, figuran como imputados su pololo y su amiga, además del padre de la otra polola que tenía el menor (por ocultar la carretilla en la que el cuerpo fue trasladado), sus padres (por intento de encubrimiento) y Franco costa, sujeto que le suministró medicamentos a la joven para provocar un aborto.