El silencio de los cantantes
“Un país donde la juventud se queda callada es un país que ya perdió la batalla. Y un cantante que no se arriesga solo es un influencer que hace música. La historia está tomando nota”.
En un país alargado, hubo una generación de cantantes que rompía esquemas. Herederos de la rabia, de las desigualdades y de la precariedad, tenían razones de sobra para querer cambiar las cosas. Y de eso mismo cantaban: de ganarle al sistema para salir adelante.
Un día, al país alargado le tocó decidir si la historia avanzaba o retrocedía. Si el futuro sería libre y diverso… o si sería obediente y gris. Y justo en ese momento, cuando las voces de los artistas importaban más que nunca, los cantantes venidos de abajo se callaron.
La historia -que es vieja, tiene buena memoria y no olvida cobardías- ya había visto esto antes. Siempre pasa igual. Hay artistas que toman partido y otros que se van a dormir diciendo: “no es mi problema”. La historia los recuerda a ambos, pero no del mismo modo.
Los cantantes callados se excusaban diciendo que “no hay que dividir a la gente” o “no hay que mezclar música y política”. Pero en el fondo su neutralidad tenía dos explicaciones: cálculo y miedo. Miedo a perder seguidores, a ser funados y a dejar de ser rentables.
Antes de ellos, hubo cantantes que arriesgaron todo. Que por alzar la voz terminaron perseguidos, exiliados, torturados, muertos, desaparecidos. Esa generación no tenía millones de views, pero sí tenía ideales y convicciones. Ahora se les rinde homenaje.
Mientras los cantantes seguían en mute, el peligro se instaló en el país alargado. Vino de terno, con camisa blanca y sonrisa de comercial. Nadie se dio cuenta de que era el pasado oscuro envuelto en celofán nuevo. De que en verdad era sumisión disfrazada de orden.
Cuando ya no hubo vuelta atrás, el país alargado despertó convertido en la peor versión de sí mismo: gobernado por el miedo. Y los cantantes callados vieron con arrepentimiento cómo se achicaron las libertades y cómo la diversidad volvía a ser tratada como un riesgo.
El silencio también tiene costo, y se cobra en la memoria de los demás. Un país donde la juventud se queda callada es un país que ya perdió la batalla. Y un cantante que no se arriesga solo es un influencer que hace música. La historia está tomando nota.
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