“Estas increíbles bellezas pasaron el rato conmigo”: Revelan impresionantes registros de marsupiales biofluorescentes
“Estas imágenes no contienen luz visible de origen humano”, advirtió el fotógrafo que capturó a estos indiviuos que habitan en Tasmania.
“El encuentro más importante” de su vida. Así calificó el fotógrafo australiano Benjamín Alldridge las horas en que pudo observar y retratar en vida silvesre al quol oriental de Tasmania (Dasyurus viverrinus), una especie que ha desarrollado una llamativa caracteristica visual (aunque no sea un fenómenos fácil de observar).
Alldridge, quien actulmente reside en la isla de Tasmania, en el 2022 se internó en el desierto del suroeste de este territorio, en el Área de Patrimonio Mundial de la Naturaleza de Tasmania (TWWHA), una zona protegida que fue declarada Patrimonio Mundial por la UNESCO.
Según relató él en su web Fluroscape, una noche se encontraba “solo, frío y un poco miserable”, cuando una familia quols orientales se acercó a las cenizas de la fogata apagada a su lado, en medio de una llovizna.
“Realmente no los habría notado si no fuera por el sonido al hurgar en el pozo y rascar la leña carbonizada”, contó. Describió a estos pequeños mamíferos como animalillos de “puro sigilo”, comportamiento que contrastaba con lo que presenciaría “al final de la noche”, indicó.
Marsupiales biofluorescentes
Esta especie, Dasyurus viverrinus, es marsupial dasiuromorfo, perteneciente más en específico a la familia Dasyuridae, siendo esta última originaria de Australia. Y yendo más hacia lo general, pertenecen al magno orden de los australidelfos (Australidelphia), por lo que son lejanos partientes del monite del monte (Dromiciops gliroides), ya que sus ancestros microbioterios (Microbiotheria) cruzaron de Sudamérica a Australia a través de la Antártica hace unos 65 o 70 millones de años, cuando estos tres continentes se en encontraban más cerca entre sí... Aunque esa es otra historia.
Los D. viverrinus, extintos en Australia y en peligro de extinción en Tasmania, al principio se mostraron “tímidos”, pero lentamente se fueron acercando a las cernizas en “perfecto silencio”, según relató. “En el transcurso de cuatro horas, estas increíbles bellezas pasaron el rato conmigo y se volvieron cada vez más descaradas”, observó.
De hecho, uno de estos marsupiales agregó se encaramó por la pierna del observador “como su propio gimnasio en la jungla”.
Alldridge andaba con un equipo fotográfico “muy especializado”, según contó, para inmortalizar la biofluorescencia de estos animales, de la cual sólo había sido testigo con quols en cautiverio en un santuario de vida silvestre.
Este fenómeno consiste en que el animal absorbe luz de alta energía, como la azul o ultravioleta, para practicamente de inmediato emitirla en longitudes de onda más largas, generando colores visibles como verde, naranja o rojo. Esta cualidad también la tienen linajes de peces, corales, medusas, anfibios,aves, hongos, tortugas y alguno que otro mamífer.
La biofluorescencia puede tener diversas funciones, como atracción sexual fines reproductivos; comunicación entre individuos o camuflaje. Sólo se la puede observar con luces azules o ultravioletas y filtros amarillos que mejoran el contraste y la visualización del brillo.
El australiano le pudo tomar decenas de fotos, algo que aparentemente “nadie lo había hecho”, según su versión. “Por lo que puedo decir, estos siguen siendo las únicas tomas que existen de un brillo de quol genuino en la naturaleza”, destacó.
En total, fueron unas 200 tomas las que realizó: “Sentado en silencio, encuadrando, enfocando y esperando, operando luces complejas, bajo la amarga llovizna invernal de Tasmania, totalmente cautivado por la experiencia”, describió.
Sin embargo, tras los registros, vino otra etapa, según relató Alldridge, con el objetivo de las fotos “sean lo más ‘reales’ posible”, así que le tomó “meses de investigación” que después derivaron en una “meticulosa corrección de color”.
“Con la excepción de las imágenes capturadas con iluminación blanca o de espectro mixto, y las marcas testigo, estas imágenes no contienen luz visible de origen humano”, sinceró. “Es decir, toda la luz y el color que se captura en cada imagen es la fluorescencia pura de los sujetos y el entorno que los rodea”, remarcó.
Según consignó Austerra, uno de los registros quedó entre los doce finalistas del Premio de Fotografía Científica Beaker Street 2025.
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