La insólita economía del deseo: Una creadora de OnlyFans convirtió sus gases en negocio
Avalon Saph ha llevado el concepto de “emprendimiento digital” a un nuevo nivel. Su historia revela hasta qué punto la economía del contenido erótico ha mutado, convirtiendo incluso lo más cotidiano en moneda de cambio.
En un panorama donde el trabajo freelance y las plataformas digitales han reinventado los límites del empleo, Avalon Saph no vende manualidades ni ropa usada.
Su producto es más íntimo y desconcertante: clips en los que se graba soltando pedos ante la cámara, para un público que paga por ello.
“Me ofrecieron 200 dólares (Alrededor de $190 mil pesos) por un video solo de eso, sin olor, solo el sonido”, dijo sin pudor al New York Post.
Avalon, conocida como Lana en OnlyFans, lleva un año explorando los márgenes más peculiares del fetichismo digital. Lo que para otros sería motivo de vergüenza, para ella es una oportunidad de negocio.
“Son tuyos, aprovéchalos”
La historia de Avalon comienza en Toronto, donde trabaja como bailarina en clubes nocturnos. La pandemia la llevó a probar suerte en la plataforma de contenido para adultos, donde cada creador encuentra su propio público.
En su caso, la combinación de humor, autoconfianza y una buena dosis de absurdo se transformó en una marca personal.
“No todo el mundo quiere algo explícito. Algunos buscan algo que los haga reír o sentirse ridículos”, explica. Y esa mezcla de humor y provocación se refleja en su relación abierta con Ryan, su pareja, quien suele participar en sus videos como observador o cómplice. “Él siempre se ríe en segundo plano. Es parte del encanto”, dice ella.
Aunque los videos de flatulencias son su producto más famoso, Lana también recibe solicitudes más convencionales: videos de dominación, fetiches específicos o interacciones personalizadas. “Mientras sea seguro y me sienta cómoda, lo hago”, dice.
Aun así, el glamour del negocio tiene límites claros. La mayor parte de sus ingresos aún proviene del baile. OnlyFans retiene el 20 % de lo recaudado, por lo que la verdadera ganancia está en las transacciones privadas. “El video de los 130 dólares fue mío por completo”, afirma con pragmatismo.
Ryan fue quien bromeó con la idea de “monetizar sus pedos”. Hoy, la frase se convirtió en un lema involuntario de independencia económica. “Son tuyos, aprovéchalos”, le dijo. Y lo hizo.
Entre la risa y el negocio, Avalon encarna una versión contemporánea del emprendimiento extremo. Su trabajo es una parodia de la economía moderna: donde todo, incluso lo más corporal y cotidiano, puede transformarse en un producto rentable. Y si algo deja claro su historia, es que en internet no hay límites para lo que se puede hacer existiendo dinero de por medio.
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